La frialdad de unos datos es la más ilustrativa reflexión de partida: Vox +380 mil votos; PP -315 mil votos; Cs
+ 290 mil votos; PSOE -400 mil votos; Podemos IU -290 mil votos. ¿Qué vemos aquí?
Uno. Los votos según “ideología” no cuadran entre lo perdido y lo ganado, con lo cual el trasvase de un lado a otro se ha producido.
Dos. La abstención ha hecho mella, pero no es ni por asomo el causante de la debacle.
Tres. El bipartidismo sigue cayendo, no ha desinfectado sus miserias con una ausencia muy preocupante de autocrítica.
Cuatro. El centro se postula y recoge votos de ese bipartidismo tocado, Arrimadas es probablemente uno de los puntales nacionales con más tirón.
Cinco. La izquierdísima vaga por el desierto, no suma voto progresista anclada en un discurso antisistema instalado en atacar su llamado Régimen del 78 y ondear una bandera de otro tiempo, algo que empieza a ser cansino, cuando los problemas de esta sociedad son otros. Se postulan como cero a la izquierda por esta vía.
Seis. Bombazo Vox. Tanto mentar a la bicha como cuña y desgaste del centro-derecha, que ésta ha recogido (con un discurso populista, escorado a la derecha extrema), un voto básicamente de descontento, hartazgo y cabreo. No hay cuatrocientos mil fachas en Andalucía, ni de lejos, de hecho han sido votados por gente de muy distinto pelaje. Es un efecto parecido a lo que vivimos en el polo opuesto ideológico con el alud emergente no hace mucho: los castos frente a la Casta.
Siete. ¿Autocrítica por el bipartidismo hundido? Ninguna. Los que ganan pero pierden basan su discurso en la etiqueta “extrema”. Pobre y escaso argumento. Los que pierden pero ganan, se han encontrado por pura carambola en posición de poder, Juanma lo flipa.
Ocho. Duda que me asalta, pregunta del millón: ¿Se puede apelar a un cordón sanitario constitucionalista, ahora, cuando en Madrid se gobierna gracias a partidos como “la Rufianada” y los Bildu? Está claro que no. Lo que no haces allí no lo puedes exigir aquí.
Nueve. Apunta a péndulo complejo de digerir. Andalucía, España, desgraciadamente no están acostumbradas a gobiernos de concentración donde el centro izquierda y derecha pactan: Alemania es un paradigma, y tal vez lo que aún como democracia a España nos queda por ver. Hubiera sido una jugada maestra ante el golpe independentista hace un año. Y lo vimos en el País Vasco cuando se desalojó democráticamente al nacionalismo una legislatura. Tal vez para eso faltan políticos de talla, y sentido de Estado, eso que llaman estadistas. Y tener las casas limpias, por supuesto. Aquí está muy dificil.
Diez. Sánchez tras una moción de censura higiénica, tenía que haber convocado elecciones. Lo hubiera bordado para la Historia. Erró en el cálculo, borracho de éxito, y de esos lodos en estas nos vemos por Andalucía. Tiempos nuevos, tiempos salvajes…
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