Sigo en Madrid. El cáncer se ve que se aburría de estar solo y se ha echado novia, una neumonía, y han tomado mi pulmón derecho como su nido de amor, por lo que, ocioso es decirlo, pese a ser yo romántico y hospitalario me tienen muy hecha la puñeta. Para no mentir: nunca me hubiera gustado asilar a dichos huéspedes pero, tal vez menos que nunca, en los días que hemos vivido, pues me han alejado de mis raíces luminosas –Almería- durante los días en que se ha votado, en parte, su destino y, en Madrid, ando un poco enclaustrado: entre el hospital y la casa de mi hijo, cálida y acogedora, pero casa a fin: la ciudad, sobre todo las zonas que más me gustan de ella, son una colmena, y no ando sobrado de fuerzas.
Por ello, he vivido todo a lo lejos -¡qué lejos queda desde Madrid todo lo que no sea Cataluña!- sólo con prensa escrita y televisión. NO estoy conectado a ninguna red social.
De la celebración del 40 aniversario de la Constitución, me ha sorprendido el cinismo: los de Podemos, presentes y sin aplaudir, solicitando la abolición de la monarquía y anunciando una querella contra el rey viejo.
De las Elecciones andaluzas, extraordinariamente el subidón de Vox, Partido del que lo desconocía todo y que he leído que ha sido calificado como de ultraderecha xenófoba a la que los antifascistas, teóricamente demócratas, consideran menester aislar -¡curioso!, ¿no?- tipo F.N. francés de Marie Le Pen, La Lega de Salvini (que gobierna Italia) (UKIP) Reino Unido; (PPD) Dinamarca; (Ley y Justicia),Polonia; (FPO), Austria; (PPS), Suiza; (Amanecer Dorado), (Grecia); (PPV), Holanda; (MHM), Hungría; (PLD), Rusia (PLD); (PD), Suecia (PD); (FRP), Noruega)...
Ya el 14 de octubre escribí que, leído el CIS de Tezanos y la precipitación de Susana Díaz en convocar Elecciones, “el día de reflexión le daré vacaciones a las neuronas: no votaré”.
Y me ha sorprendido la calificación de Vox como extrema derecha porque, releídas cosas mías escritas hace tiempo podría alcanzarme colateralmente, y jamás me he –ni me han- tenido por tal, sino por un social liberal de centro.
En lo que coincidimos es en la alergia a las Autonomías como configuración territorial del Estado, pero llevo poniéndolo de manifiesto desde que se creó el sistema, mientras que –lo acabo de mirar en Wikipedia- Abascal lo hizo en el Congreso valenciano del PP en 2009, y no fundó Vox hasta 2013.
Es muy fácil seguir mi trayectoria al respecto: las hemerotecas no mienten: basta buscar, junto a mi nombre, “café para todos”.
Y siempre he sostenido que, al menos, es necesario rescatar para el Estado las competencias en Educación –cuya cesión a Cataluña es el instrumento máximo del separatismo-, Justicia y Sanidad.
El 17 de diciembre de 2017 –va a hacer un año ahora- escribí por última vez: “recuperase las competencias en Educación, Sanidad y Justicia. ¿Qué ventajas nos ha supuesto fragmentar España en diecisiete Estados mal avenidos y que fomentan las desigualdades? Porque las Autonomías son como vampiros, a los que la solidaridad no les suena ni a chino...”
El Estado de las Autonomías fue una creación artificial no demandada en su día. Y en su discurso de investidura –el 18 de febrero de 1981- Calvo Sotelo dijo: “es preciso que se perfilen las competencias exclusivas o compartidas del Estado.- Sí a las autonomías..., pero no... al desmantelamiento del Estado.” Aún faltaban por constituirse como Autonomías La Rioja, Murcia, Valencia, Aragón, Castilla-La Mancha, Canarias, Baleares, Extremadura, Madrid, Castilla y León, Melilla y Ceuta.
Se intentó armonizar el proceso con la LOAPA, declarada parcialmente inconstitucional por el TC, varios miembros, años después, reconocieron que la sentencia había sido un error monumental.
Y reitero: el título VIII sigue sin cerrarse, fundamentalmente por lo que se refiere a las nacionalidades. El mayor conflicto en estos cuarenta años constitucionales es el relativo a las mismas, y su consiguiente deseo –de Cataluña sobre todo- de constituirse en Estado soberano.
¿Qué tienen de nacionalidad propia Asturias, Cantabria, La Rioja, Murcia, Andalucía, las dos Castillas...?
Todo el título VIII de la Constitución le salió mal al legislador, y ahora pagamos sus consecuencias. El citado título VIII tenía como finalidad resolver el “problema catalán” –que era, realmente, el problema- y dar un margen grande de autonomía al País Vasco. Lo demás era un adorno.
Por ello, apenas celebradas las Elecciones de 1979, Suárez nombró nuevo Gobierno, el 5 de abril, y se centró en forma casi exclusiva en la negociación de los Estatutos del País Vasco y de Cataluña que habían sido presentados en el Congreso antes de la disolución de las Cortes.
Y surgió el problema de la autonomía andaluza, tan decisiva para Almería. Y, así, el 12 de junio de 1979, tuvimos una comida en el Restaurante Medinaceli de Madrid Manuel Clavero y los ocho portavoces municipales de UCD, en la que el Ministro enfatizó que se había iniciado una espiral que había que frenar a toda costa antes de que resultase imparable y desmantelase la forma tradicional del Estado: la Constitución preveía, sólo, un Estado regional, descentralizado administrativamente, y España no podía soportar 17 Gobiernos autonómicos, 17 parlamentos autonómicos, 17 Administraciones autonómicas...
Por tanto, pues, desde el primer momento, UCD y Clavero –nombrado Ministro por Suárez al haber sido Profesor suyo Suárez en Salamanca- y Presidente de UCD Andalucía, elegido en Jaén el 5 de mayo de 1.979- se opusieron de manera frontal a cualquier autonomía que pudiera pretenderse por el cauce del artículo 151 de la Constitución.
Y, en contra de lo que se ha dicho siempre, en la tarea de “racionalizar” las autonomías, UCD y PSOE fueron siempre de la mano, en un proceso que se acentuó a partir de octubre de 1979, cuando ambos Partidos empezaron a hablar de “la necesidad evidente de “racionalizar” el proceso autonómico.”
Clavero jugó siempre con dos barajas, y en el seno de UCD careció en absoluto de liderazgo. Iba de folklórico, por lo que el 17 de febrero cursó su baja como militante de UCD, pero no abandonó su escaño de parlamentario: se transfugó al grupo mixto, y se hizo asesor del PSOE, pasando a encabezar la autonomía de Andalucía por la vía del artículo 151 de la Constitución.
Lo explica, autohalagándose, en su libro “La forja de Andalucía”: “Desde mi baja en UCD recibí invitaciones para participar en la campaña.. Siempre recordaré que –en Loja- me interrumpieron veinticinco veces en una intervención de veinticinco minutos.” ¡Más que a la Pantoja” ¡Bien! Café para todos. Y el caos en que, cuarenta años después de aprobarse la Constitución, está sumida España.
¡Claro que hay que reformar el Título VIII de la Constitución para lograr la normalidad!
... Y la vida sigue.
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