Las negociaciones que han abierto PP y Cs para ver si logran ponerse al frente del Gobierno de Andalucía esconden algunas preguntas incómodas para ambas formaciones. Las fotos nos enseñan a los sonrientes equipos de dos partidos políticos perdedores sentados en torno a una mesa, en busca de un acuerdo para desalojar al partido que ganó las elecciones, el PSOE, pero en estas fotos falta la tercera incógnita de la ecuación, Vox, cuyos 12 diputados tienen la llave para que PP y Cs puedan alcanzar la mayoría absoluta.
Moreno Bonilla ya hizo un amago de tapar esta necesidad de contar con la extrema derecha, diciendo que no había por qué sentarse con Vox porque ellos ya habían manifestado su “plena voluntad de apoyar cualquier cambio en Andalucía”. Después de esta vacilada, el portavoz de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, salió a poner los puntos sobre las íes: dijo que no va a permitir que lo ninguneen, que sin él el PP no puede gobernar y que tiene un programa que quiere que se negocie. A partir de ahí, ambos tardaron menos de 24 horas en quedar para verse clandestinamente en un hotel.
Así las cosas, el PP debería empezar a responder ya su tanda de preguntas sonrojantes. Debería contar qué le está ofreciendo a Vox para obtener su apoyo. De entre aquellas propuestas del programa de Vox que le “sonaban bien” a Pablo Casado, deberían concretar de cuáles estaban hablando. ¿Las xenófobas? ¿Acaso las machistas?
En cuanto a Cs, los que pusieron encima de la mesa un paquete de 72 medidas para permitir la investidura de Susana Díaz en la pasada Legislatura, ¿qué van a hacer ahora? Albert Rivera puede imitar a Macron o puede unirse a la pandilla internacional de fans de Vox, en la que ya se han integrado Salvini, Marine Le Pen y hasta el Ku Kux Klan. Si opta por estos últimos, a Rivera le va a resultar muy difícil explicar su decisión, especialmente fuera de España, donde el Partido Liberal Europeo ya le ha dicho que no quiere ver a la ultraderecha ni en pintura.
Estamos ante una verdad incómoda. Si los ‘populares’ consiguen una mayoría gracias a Vox, tienen que decir a cambio de qué y cuáles son las condiciones, porque igual los aires de cambio de los que tanto hablan no huelen tan frescos y más bien nos llevan a la España de la naftalina, el NO-DO y el blanco y negro.
Y en cuanto a Albert Rivera, que viene presumiendo de ser un hombre de centro moderado, tiene que dejar de ponerse de perfil y debe decirles a los andaluces que para formar un gobierno que desaloje al PSOE de la Junta, sí o sí ha de conformar una mayoría con un partido ultraderechista como es Vox.
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