Presupuestos y algunos supuestos

Antonio Felipe Rubio
07:00 • 21 dic. 2018

Una de las funciones principales que tiene asignada un ayuntamiento es la de presupuestar, administrar y ejecutar los recursos económicos dimanantes de la sociedad que representa. Bien sea en concepto de impuestos, tasas, precios públicos… estos recursos han de ofrecer una reversión para satisfacción general de los ciudadanos contribuyentes que tributamos en menor o mayor cuantía. 


Uno de los argumentos que antecedieron el debate en el plenario fue el que protagonizó el alcalde, y que fue malinterpretado por la oposición. El presidente del Concejo anunciaba un presupuesto “libre de política”, y entiendo que dejó entrever que las cuentas no han de tener un sesgo ideológico que, como ocurre en gobiernos de fuerte implantación sectaria, no se decante por customizar las cuentas con los tópicos calificativos de “sociales, para la gente, para los más desfavorecidos, progresistas, expansivos…”. En fin. Una verborrea inconsistente que sólo sirve para algo imposible: adjudicar personalidad ideológica al dinero.


Aunque el debate de presupuestos es de gran trascendencia para el decurso del ejercicio anual, los diferentes miembros de la oposición rara vez presentan una sólida alternativa. Atrás quedan aquellos tiempos en los que, sin tantas facilidades (ordenadores, asesores, apoyo técnico, dedicación exclusiva…), algunos grupos de la oposición no sólo presentaban enmiendas puntuales (recuérdese a Salvador Fuentes o Antonio Sáez Lozano). En varias ocasiones se presentó todo un presupuesto alternativo en el que, partida a partida, se iban detallando y refutando las principales opciones paralelas a las que presentaba el equipo de gobierno municipal. Este modelo de oposición se entiende más constructivo al no detenerse en una crítica más o menos vitriólica que suele saldarse con acusaciones personales sin beneficio alguno para el contribuyente, y nulo efecto en el objetivo fundamental: hacer el mejor presupuesto para la ciudad.



Al margen de la exhibición, postureo, sorpresa y algún escarceo estratégico, el debate no aclara nada sobre las alternativas que no aparecen o quedan solapadas por el ruido de pueriles confrontaciones. 

Una vez más, el debate de los presupuestos ha delatado las posiciones que los distintos partidos políticos muestran como ruedas de transmisión de sus respectivos dirigentes supraprovinciales. El propio alcalde aludió a esta escasa capacidad de maniobra autónoma cuando se dirigió a Miguel Cazorla recordándole que “otra vez le habían enmendado la plana”. 



 Sin embargo, lo más indignante fue ver el silencio cómplice y vergonzante del grupo socialista al tratar el punto de los reconocimientos extrajudiciales de crédito (operaciones que no han seguido el procedimiento reglado por diversos motivos, pero que hay que pagar) y que se refiere al pago de 42 000 euros a la Junta del PSOE en concepto de realojo a los vecinos de Pescadería afectados por los desperfectos y riesgos diversos en el edificio de El Patio y desprendimientos en cerro Las Pedrizas. 

El Ayuntamiento de Almería fue la primera institución que se interesó por la situación de los vecinos afectados y se hizo cargo del realojo en hoteles y hostales, así como facilitar el material necesario para paliar las consecuencias de un desalojo realizado con la premura que urgía el estado del edificio. El equipo de gobierno municipal realizó los trámites pertinentes y satisfizo los pagos (incluidos los realizados a Cruz Roja -que también cobran, y bien-), quedando pendiente una partida de cuarenta y dos mil euros que exige la Junta, y que pagaremos todos los almerienses con el aplauso y la silente vileza política del PSOE de Almería. 



42 000 “malditos” euros; así  calificaba el concejal de Urbanismo y Vivienda, Miguel Ángel Castellón, la deuda reclamada por la Junta de Andalucía; y se dirigía hacia la bancada socialista que, callada como puertas, no demudaba la color ante esta indigna dependencia de las directrices del PSOE de Sevilla. Eso sí, no faltaron las “solidarias” apelaciones a las inversiones en barrios periféricos, personas más desfavorecidas… y tal y tal y tal. 


Además de aflorar su verdadera faz, la Junta no puede ofender a los almerienses con estos desprecios. Esos malditos 42 000 euros ya se los cobró el PSOE con creces en la maniobra propagandística que escenificó en el teatro de operaciones. Eso sí; esperando la electoralista reversión de los vecinos, deslumbrados por tan desprendida y “altruista” generosidad. Sin olvidar la complicidad de los concejales socialistas y su portavoza que, cuando hablen de desvelos por el bienestar ciudadano, más vale que esperemos a ver quién paga la factura. 


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