Décadas de remachada ineficacia

A veces la memoria actúa como ese mal amigo que te recuerda cosas que quieres olvidar. Por eso vuelvo hoy a esa soleada mañana de la primavera de 1998 cuando, venciendo la jindama al desplome, estuve en lo alto del decrépito Cable Inglés con la entonces consejera de Cultura, la socialista Carmen Calvo (vaya usted a saber quién será ella misma ahora que es vicepresidenta del sedicente Gobierno) que prometía en arriesgada rueda de prensa millones de pesetas, restauraciones insuperables, miradores y centros andaluces de la fotografía en ese espinazo de hierro cosido entre la ciudad y el mar.

Inolvidable la estampa de la ministra, calzada con estilosos mulés de fino tacón, avanzando sobre la cochambrosa ruina del brazo de un nervioso delegado del Gobierno Andaluz, Juan Callejón, que miraba al suelo que se adivinaba entre las traviesas podridas, a veinte metros de caída libre por debajo de todos nosotros. Ahora, veintiún años después, vuelvo a oír al ministro de Cultura, el socialista José Guirao, prometiendo con tono lánguido -como los sollozos de los violines en otoño- restauraciones admirables y bellísimos miradores sobre algo que lleva toda la vida navegando entre la brevedad del amor y la extensión del olvido.

Lamentablemente, el Cable Inglés no recibió ningún pepinazo fascista durante la guerra porque, de haber sido así, ya lo habrían restaurado para mejor memoria de las juventudes políticamente correctas, porque con el PSOE es mejor depender de la ley de Memoria Histórica que de la de Gravedad. Y lo de menos es que el proyecto presentado por el ministro Guirao sea el mismo que comprometió en marzo de 2018 el anterior ministro de Fomento, Iñigo de la Serna, o que para esta visita del ministro no se invitase a nadie del Ayuntamiento salvo a los concejales del PSOE. Lo que es de aurora boreal es que a estas alturas venga un ministro ¡a pedir ideas! sobre el futuro del Cable. Desde lo alto del cargadero, más de dos décadas de remachada ineficacia nos contemplan.