Si algo han demostrado los líderes de Podemos, los que están y los que se han ido yendo, es que no son tan diferentes al resto de la clase política. Ellos mismos se constituyeron en protagonistas de una nueva casta y como tal vienen actuando. Sus rencillas, sus enfrentamientos, sus duelos por el poder, no difieren en nada a la de otros grupos políticos. Se creían mejores pero ni son mejores ni son peores. Al final la condición humana es la que es.
Hago esta reflexión al filo de la ruptura de Iñigo Errejón con Pablo Iglesias. Han pasado de ser amigos a adversarios, de coincidir en un proyecto político a diferir en casi todo. Y desde luego, tanto Iglesias como Errejón han dedicado tiempo y talento a mermar la posición del otro. No tengo ni idea si en esta última escena quién tiene razón es Errejón o Iglesias.
Conozco algunos podemitas que se quejan de que Pablo Iglesias actúa como si Podemos le perteneciera haciendo y deshaciendo a su antojo, apoyado por sus incondicionales. Puede que sea así, no lo sé, aunque es evidente que Iglesias ha ido demasiado sobrado apartando a todo aquél que le rechista.
Pero también comprendo su perplejidad al enterarse por los periódicos que su antaño amigo Errejón haya decidido hacerle un corte de mangas uniéndose a las filas de Manuela Carmena para no tener que ceder ante las decisiones del propio Iglesias y compañía en lo que se refiere a la composición de la lista a la Comunidad Autónoma de Madrid.
En realidad Carmena y Errejón se la han jugado bien jugada a Podemos versus Pablo Iglesias. Hay en el comportamiento de la alcaldesa de Madrid y del candidato Errejón una dosis de deslealtad al colectivo Podemos, gracias al cual ambos han llegado a donde han llegado.
Porque está clarísimo que Manuela Camena sin Podemos y Pablo Iglesias no habría llegado a la alcaldía de Madrid. Iñigo Errejón tampoco se habría convertido en el político que es si no hubiese emprendido la aventura podemita junto a Iglesias, recuerden que hubo un momento donde ambos eran distinta cara de la misma moneda.
En realidad Pablo Iglesias se ha quedado con el santo y seña de Podemos mientras quienes le acompañaron se han ido bajando del barco, lo que lleva a preguntar en voz alta por qué.
Y tanta perdida sin duda va a afectar a Podemos. Quizá Pablo Iglesias debería de buscar respuestas a por qué se han bajado de la nave quienes fueron sus compañeros en la aventura de intentar asaltar los cielos.
La realidad es que los líderes de Podemos han demostrado que no son ni mejores ni peores que otros por más que ellos llegaron dando lecciones de ética a todo el mundo y mirando a derecha e izquierda por encima del hombro.
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