Que hayamos hecho una apuesta decidida por conseguir entrar en el grupo de Los Pueblos Más Bonitos de España obedece sencillamente a un claro interés en generar valor. Que la Villa de Níjar pase a ser parte de ese selecto club no sólo afecta al núcleo urbano en sí, sino a todo el territorio como marca, como origen de garantía en el que ahora sumamos un hecho más a nuestro favor.
Normalmente hablamos de agricultura local, de su especialización en el modelo 2.0 que eleva la calidad percibida por el consumidor al interpretar que un modo de hacer basado en agricultura ecológica, rodeado de un entorno natural único, debe ser por consiguiente mejor que el resto o al menos así intentamos que lo sienta. Si nos referimos al turismo, centramos en el mensaje un clima amable, un crecimiento medido que no desvirtúe la naturalidad y originalidad de nuestro territorio, defendiendo esos rincones únicos del litoral Mediterráneo insertados en el mayor parque natural marítimo terrestre de Europa. Pero cuando el mensaje traspasa las fronteras provinciales se habla de agricultura o de turismo de Níjar como marca comarcal que tiene esas especiales peculiaridades, y a ellas ahora le aportamos una tercera que es de vital importancia para redondear esa imagen que queremos que se tenga de nosotros.
Si ponemos en valor de manera conjunta una agricultura de especial valor añadido, oferta turística con indudables hechos diferenciales y ser uno de los pueblos más bonitos de España, el resultado de la ecuación es tan potente que no nos queda otro remedio que intentar aprovechar el momento y trabajar de manera conjunta en potenciar ese valor que podemos exportar, hacer percibir al resto.
Níjar se merecía estar en las portadas, en los titulares, en las redes sociales y en el boca a boca por lo bueno, y por mucho que a unos pocos, muy pocos, les pese e intenten engrandecer los sucesos negativos.
Los impactos obtenidos en las últimas semanas por la consecución de este logro, la proyección que implica pertenecer a Los Pueblos Más Bonitos de España no es sólo un valor añadido para la Villa de Níjar, sino para todo aquello que fuera de nuestras fronteras locales conocen como Níjar, que es otra cosa que lo que somos, lo que hacemos y representamos la comunidad en general. De nosotros, como nijareñas y nijareños, depende en qué sentido se hable de lo que representamos, con qué temas queremos que se nos relacione, y ahora tenemos una oportunidad de oro para que el mensaje llegue más lejos que nunca porque sencillamente, en este momento, es mucho más fácil de vender ¿Quién no querrá conocer la cuna de la agricultura ecológica del mayor parque natural marítimo terrestre en uno de los pueblos más bonitos de España?
El trabajo inicial ya lo hemos hecho. Las bases están puestas y ahora es cuando nos toca a todos, como colectivo nijareño, decidir qué queremos que se cuente de nosotros en cualquier tipo de medio de comunicación, si aquello que nos beneficia a todos y genera valor común, o hechos puntuales que escapan a nuestro alcance de competencias y que sólo buscan la estigmatización de territorios.
Yo, desde luego, me quedo con el mensaje del pueblo más bonito de España que acuna la agricultura ecológica y la observa desde su atalaya, divisando el mar de ese Parque Natural Marítimo Terrestre de Cabo de Gata-Níjar. Esa es la Níjar que yo quiero y es la Níjar que veo.
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