La figura de un personaje recorre el escenario. Transmite el dominio de la situación, configurando la vida de una realidad al otro lado. La voz grave de José Sacristán (Chinchón, 1937), más allá del monólogo, desvela sentimientos, emociones y decisiones personales sobre la vida, el amor y el dolor. Es la palabra viva en el escenario teatral.
El sentir del amor y la tragedia personal que lo envuelve en un tiempo determinado es lo que llevó a Miguel Delibes (Valladolid, 1920-2010), a escribir la novela “Señora de rojo sobre fondo gris”, tras la muerte de su mujer. El texto ha sido adaptado a la escena teatral por José Sámano, José Sacristán e Inés Camiña. Y es la voz grave de José Sacristán la que mira a los espectadores y los conquista, incluso con los ojos cerrados, durante hora y media sin más ecos que los que el movimiento y la quietud de la escenografía proyecta en todas las direcciones. La sobriedad de la puesta en escena es obligada, para dejar todo el escenario libre a los recorridos de la voz del actor.
La palabra de José Sacristán es impetuosa, serena, amarga, victoriosa, derrotada, resistente, leal y fiel a sus principios. No se doblega y se sumerge en todos los rincones y vericuetos de la realidad, entre sonrisas, lágrimas, ironías. La palabra de José Sacristán es sincera y legítima. Por todo eso es verdadera. Y justifica los momentos teatrales vividos en la representación, el pasado 8 de febrero, en el Auditorio Maestro Padilla de Almería. Allí resurgió en unos momentos el sentir de la escena teatral, la vida que se vive con el telón de fondo, subido, bajado, ante un público que asume su propio protagonismo y que, ante la recreación de la realidad, vive obligado desde su butaca a incorporarse a cada momento de las palabras del actor.
José Sacristán, uno de los mejores actores dramáticos de la escena teatral española, tuvo unos inicios de actor de juventud en el sentir cómico de aquel cine español de finales de los sesenta y principio de los setenta. Ya entonces supo transmitir sus razones de ser, de reconvertirse en la proyección de las sonrisas de sus personajes. Y sin renunciar a sus principios personales. La lealtad a sus ideas no tiene precio, esté donde esté. La palabra de Sacristán le acompaña siempre desde sus inicios porque es su identidad. Ahí permanece.
José Sacristán participó hace unos años en el Festival de Teatro de El Ejido, con el montaje de “Muñeca de porcelana”, de David Mamett. Una pieza teatral que el autor estadounidense escribió expresamente para Al Pacino. La palabra de José Sacristán se apoderó de todas las dimensiones de la escena ejidense con “Muñeca de porcelana”. Allí quedó identificada una fila teatral a la que se puso el nombre del actor español en un ceremonial de homenaje.
La palabra de Sacristán adquiere tal dimensión en “Muñeca de porcelana”, cuya resonancia llegó hasta el propio David Mamett y el comentario de que la interpretación de José Sacristán en su recorrido por España, superó a la de Al Pacino en Estados Unidos.
Aparte de los halagos y los elogios, no existen nuevas explicaciones ni dimensiones internas. Únicamente, el secreto que transmite la voz grave de José Sacristán para toda clase de emociones, que encuentra su mejor refugio vital en el escenario. No hay otro lugar para la palabra del actor.
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