Desde aquel jueves de mayo de 2018 en el que el Sr. Rajoy pudo disolver las Cortes y convocar Elecciones Generales, hasta el mayo próximo, si es que se cumplen los pronósticos, habrá transcurrido un año en el que una legislatura noqueada por una moción de censura ha sido pilotada por el gobierno del caos y de las contradicciones. La petulancia de Rajoy puso a los pies de la desmedida ambición de Sánchez la más eficaz alfombra para que éste se aventurase en un viaje de mochileros con compañeros poco recomendables.
De lo acontecido después del batacazo de los PGE del gobierno, se pueden extraer interesantes conclusiones y algunas de especial relevancia. Es cuando menos sorprendente que el Gobierno acuse a Cs y a la derecha de crispar la situación política y de deslealtad por negar apoyo a unos presupuestos que desde Cs entendemos como unas cuentas¡ dictadas por el Sr. Iglesias y por el político preso, el Sr. Junqueras, con independencia de sus intencionados gazapos y de su escasa rentabilidad social para los españoles. La negativa de los independentistas a la aprobación es obvio que no se sustenta en su contenido, sino en la forzada espantada de última hora del Sr. Sánchez, que ha provocado la revancha de la pandilla del ‘procés’, escudados en el miedo a que sus correligionarios los tachasen de “traidores” a la causa.
No solo la oposición constitucionalista, sino socialistas con altas responsabilidades pasadas y presentes y la militancia del PSOE “de toda la vida”, expresión que horroriza al Sr. Sánchez y la Sr. Calvo, han dado un paso al frente y han dicho “basta”, sobre todo ante la tentación del gobierno de acatar el famoso documento de 21 puntos que el Sr. Torra entregó al Sr. Sánchez, documento emanado de las delirantes mentes del independentismo que es un perfecto manual para perpetrar otro golpe de estado. La aceptación de uno solo de esos puntos supondría un acto de “traición” al estado de derecho, a la Constitución y en definitiva a España y era esa la perversa intención del Sr. Sánchez para “resistir”.
Despejado el camino hacia unas elecciones generales, los posicionamientos son diversos.
Pavor, en un Podemos en descomposición por sus luchas intestinas y un PNV preocupado ante la posibilidad de que un nuevo parlamento acabe con gran parte de las prebendas y privilegios dirigidos al País Vasco. También se postulan a favor de agotar la legislatura IU y Compromís, que sin pudor alguno aceptan que la gobernanza sea a base de decreto va, decreto viene.
El que en las últimas horas parece estar henchido de optimismo en cuanto a resultados favorables es el PSOE. Éste cambio de estado anímico repentino, no sólo lo explicitan las encuestas del Sr. Tezanos con su CIS (Centro de Invenciones Socialistas) sino también los consejeros más próximos a Sánchez que instan al presidente a convocar cuanto antes porque las encuestas internas les son muy favorables. Intereses partidistas del PSOE aparte, un super-domingo ahorraría a las arcas públicas 130 millones de euros, lo que da para la compra de más de un ‘Falcon’ y por ejemplo, para atender ayudas a nuestros conciudadanos dependientes.
No recule por favor Sr. Sánchez y convoque; imbúyase en la “ética utilitarista” que en su mayor alcance da por sentado que el interés general consiste en la suma de los intereses individuales. Convoque, para materializar la real representación institucional que al día de hoy reclama el pueblo español. Evitemos que el entonar un: “marchando una de Decreto”, “oído cocina”, sea la dinámica de un país europeo del siglo XXI.
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