Desde ese “enhiesto surtidor de sombra y sueño” de Gerardo Diego sobre el ciprés de Silos, no tenía la lírica española una referencia de altura comparable hasta la irrupción del concejal socialista Indalecio Gutiérrez y su poética descripción de “estandarte insuperable” para glosar el perfil político de Fernando Martínez, ex alcalde socialista de Almería y actual responsable de la Memoria Histórica, o democrática, o como quiera que se llame ahora. Todos llevamos dentro un poeta y, en algunos casos, basta con sentir en la epidermis la caricia de la espumilla de un micrófono para que brote el caudal de versos que aguardan, como el arpa dormida, a que la voz -o en este caso la SER- le diga “levántate y anda”. Y anda que no ha estado cumbre el escalador de escaños demarrando por el puerto de la fanfarria al calificar a su mentor de estandarte insuperable del socialismo almeriense. Me cuentan que esa comparación, tan bizarra y fervorosa, trae de los nervios a los acólitos del Sumo Desenterrador, que van haciendo cuadrados en el aire, pidiendo el VAR para ver si hay ecos franquistas en una loa que recuerda a lo que se escribía hace años sobre ese Centinela de Occidente que mantenía prendida una lamparilla en El Pardo, continuando así la labor de España como el famoso “martillo de herejes, luz de Trento y espada de Roma”, de Menéndez Pelayo. Pero creo que a quien habría que preguntar por ese obelisco referencial del socialismo almeriense es a su Secretario Provincial, José Luis Sánchez Teruel, que sigue mudo tras la desbandá de cinco concejales del PSOE en El Ejido, a ver si él también considera a Fernando Martínez enseña, bandera o simple pendón. En todo caso, Indalecio, enhorabuena por tus versos. En la generación de los 27 concejales, si mi pluma valiera lo que tu pistola de capitán de la bancada socialista, contento moriría entre olores de pólvora y romero.
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