El sitio de los poetas está en los libros. En las bibliotecas, en los colegios y en las mesitas de noche. Ahí es donde vive para siempre el eco de un verso o el perfume de los patios de la infancia. Pero sobre todo, a los poetas hay que leerlos. Y conviene tener práctica, para no hacer el ridículo confundiendo datos básicos de la biografía de los autores a los que luego vamos a venerar como grandes fans. Según Pedro Sánchez, el sevillano Antonio Machado nació en Soria, circunstancia perfectamente asumible en alguien que antes de ser el Presidente Sánchez era simplemente Pedro Sánchez. Pero eso es lo de menos. La fijación necrológica del inquilino de la Moncloa ha acabado llevándole de campaña funeraria por la memoria del exilio español. Y miente el Doctor Fraude al insistir en que es la primera vez que se rinden homenajes al Presidente Azaña, tal como hizo ante su tumba y rodeado de su séquito de falconeros. Hemos visto en la prensa imágenes y crónicas del cariñoso encuentro entre el Rey Juan Carlos I y la viuda del político republicano durante el viaje que realizó a Méjico en 1978 el entonces joven monarca. El gesto, como tantos otros sucedidos esos años y protagonizados por supervivientes de ambos bandos, venía a subrayar esa vocación de reconciliación entre compatriotas que ya fue preconizada por el propio Azaña antes del fin de la Guerra con su famoso “Paz, piedad y perdón”. Pero nada de eso parece importar al Presidente Tongo, que busca ser reelegido con el apoyo de los independentistas, despreciando así la memoria de quien demostró frente al separatismo unos niveles de dignidad y patriotismo diametralmente opuestos a su connivente aceptación de las imposiciones de los que quieren romper España. Qué oportuno hubiera sido que, ante cualquiera de las dos tumbas, algún españolito de los embarcados en su gira sepulcral le hubiera recordado lo que Machado escribió sobre las dos Españas y el helor de los corazones.
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