Una vez al mes la poesía invade el bar de Miguel en Aguadulce. La Alcazaba se llama y se llamará esa cafetería, esté donde esté. Después de la lectura la fragancia de los poemas permanece pegado a las paredes durante semanas, algunas notas de las canciones de Lumaga siguen flotando como un eco casi imperceptible entre el aroma a café y a tostada de los desayunos. La poesía no da de comer, pero da de cenar. Y yo, que soy un valiente, fui el mes pasado a escuchar a la poeta Katy Parra. Fui porque es un bar y no una biblioteca —empecemos siendo sinceros, recuerden que soy de El Ejido y recuerden que, según Julio Llamazares y Cristina Almeida, los de El Ejido sólo somos nuevos ricos palurdos que no leen ni tienen librerías—, y fui también porque Katy Parra es insultantemente buena poeta y, sobre todo, acudí porque esas lecturas de Malaletra las organizan mis amigos Toño Jerez y Germán Guirado un viernes de cada mes, no se ponen pesados. Buena poesía, música de Lumaga para digerir mejor tanta belleza y sobre todo, mucha mucha charla, dentro y en la puerta, ese buen rollo de los bares en los que, por alguna extraña razón, —deberíamos consultar este fenómeno con Cerezuela e Iker Jiménez— ocurren acontecimientos paraanormales.
Los poetas son seres extraños, parecen personas, viven entre nosotros, hay que ser muy Gary Cooper para ir allí los viernes, te acusan de narrador, se comen tus tapas y te tildan de votar a Vox por ser de El Ejido (los lunes no sé, pero los viernes por la noche todos los poetas son de Unidos Podemos, esto último no sé si escribirlo con mayúscula o con minúscula, porque lo repiten mucho y tal vez sólo sea un eslogan libertario sobre algo que los narradores no entendemos). Aun así, son muy buena gente mis amigos, yo los quiero tanto como se quieren a los hijos adolescentes.
Me gusta mucho escuchar a la gente en los bares, se me nota, ¿verdad? Si cuando estoy en ellos hablo poco no es sólo por timidez, es simplemente porque soy del Atlético, de Pedro Sánchez y de El Ejido, así que mejor no digo ni mú, y así no la lío antes de escribir el artículo.
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