Uno de los indicadores que evidencian la merma de calidad democrática en las instituciones es la pérdida de los más elementales indicios de compostura (cortesía, educación, respeto…).
Evidentemente, resulta ocioso esperar gestos de cierta altura que acompañen al cargo en algunos representantes públicos que, nada más verlos u oírlos, ofenden la dignidad que ostentan en concejos y parlamentos. Baste escuchar algunas atrabiliarias fórmulas en el acto de juramento para avizorar un futuro tan poco esperanzador a efectos útiles, como muy prometedor para el esperpento y el histrión.
Otro de los aspectos que suelen delatar comportamientos muy poco atenidos a los valores democráticos es el de la radicalidad despechada que se traduce en escraches o plantones, como los que nos tienen acostumbrados los independentistas catalanes y la izquierda radical que actúa como zombi evitando la foto en una salutación, escamoteándose como almas en pena y deambulando a resguardo y soslayo como si fuesen delincuentes que acaban de perpetrar un delito, y en eso, sí tendrían justificación.
Viene a cuento lo anterior por la intencionada ausencia de algunos miembros de la Corporación municipal ante la visita institucional del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, al Ayuntamiento de Almería. Y resulta ocioso incidir en que la Corporación representa al municipio de Almería, independientemente del sesgo ideológico.
Es predicar en el desierto insistir que, sea quien sea, con la legítima cobertura democrática, el presidente de la
Institución autónoma es el presidente de todos, incluidos los sedicentes rivales. Y no hay manera de hacerles entender que, así, es imposible encontrar beneficio para la colectividad cuando estos individuos están lastrados por su propia estulticia; limitación insuperable para alcanzar acuerdos y gestiones que redunden en beneficio de la ciudadanía.
La expresidente de Andalucía, Susana Díaz (PSOE), demoró año y medio en contactar con el alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco (PP).
La dirigente socialista visitó la capital y provincia en varias ocasiones (asuntos despachados con correligionarios), pero eludió con airado desparpajo el encuentro con el alcalde que, por cierto, la primera acción oficial que realizó no fue la de cambiar almohadas o edredones, sino enviarle una carta para mostrar los asuntos pendientes y vitales que dependían de la Junta y que urgía reactivar o ultimar en el municipio almeriense.
Claro, cuando estos desplantes y desprecios los hace la “jefa”, qué se puede esperar de conmilitones de inferior rango. Antes era el PSOE de Andalucía quien despreciaba al Ayuntamiento; ahora, si Adriana Valverde fuese la alcaldesa, sería el Ayuntamiento quien despreciara a la Junta. O sea, continuarían los enconados problemas para todos los almerienses.
A pesar de la impresentable actitud de los representantes de las izquierdas (PSOE/IU), la aptitud para el desempeño del cargo queda en entredicho cuando se aducen los motivos.
Ya es lamentable lo que aflora; pero es peor cuando lo tratan de explicar. En el reciente e inolvidable pleno municipal, el PSOE justificó el plante a la visita de Moreno aduciendo que la bancada socialista tiene sus compromisos y agenda, pero que “ya asistimos al acto con Marta Bosquet, Carmen Crespo y Maribel Sánchez Torregrosa” y, además, “estuvimos hasta el final del acto”. O sea, no sólo no se dejaron contaminar en contacto con esos seres, sino que aguantaron hasta el final, lindando con la extenuación.
El interviniente socialista, Indalecio Gutiérrez, justificó la inasistencia a la visita del presidente de la Junta de Andalucía por “agotamiento” de la limitada capacidad de contacto con los del PP.
En resumen: No fui a tu boda porque ya estuve en el bautizo de tu primo.
En cuanto a los argumentos de Izquierda Unida, habría que detenerse en el lenguaje criptográfico del ¿portavoz? Rafael Esteban, quien arguyó que “los otros días, cuando vino el ministro de Fomento (¿?), nos quedamos con el ¨claqué¨ y como pasmarotes”. Y hasta aquí llega mi capacidad.
Me declaro incapaz para entrar en tamaña exegesis e interpretar y conectar argumentos inherentes a la maestría de Fred Astaire, un ministro de Fomento y el no querer ir a ver al presidente de la Junta de Andalucía. Esto ya es metafísica del Ente Abstracto.
Es mucho más fácil deducir que la izquierda, tan “tolerante y respetuosa” con las instituciones, tiene muy mal perder, y es más fácil entender que todo fue porque se hincharon “Los huevos de Manolo”.
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