El movimiento perfecto

Ramón García
12:09 • 19 mar. 2019

Dicen que el movimiento se demuestra andando, pero en la década de los sesenta y en Inglaterra muchos jóvenes músicos lo hicieron tocando o, más bien, creando música muy original y que desencadenaría poco después drásticos cambios.


Es norma extendida suponer que The Beatles fueron los creadores de muchas tendencias en la música de su década. Una afirmación no del todo correcta porque, si bien es innegable que los cuatro de Liverpool se arriesgaron y adentraron en terrenos desconocidos hasta ese momento para el gran público, y que no se abandonaron a la comodidad que el éxito les había brindado, también es no menos cierto que no fueron ellos los inventores de todas las tendencias de la época y que, en ocasiones, ejercían más bien como esponjas musicales que absorbían con mucho acierto lo que les rodeaba, para después popularizarlo.


De forma que, mientras los escarabajos cargaban las balas de su Revolver, ya un inquieto y extraño músico llamado Roy Wood andaba componiendo también canciones que rompían con los cánones establecidos, aunque apoyándose en las estructuras del pop de la época.




Su banda, The Move, comenzó siendo polémica y transgresora, al publicitar su primer contrato con una fotografía en la que los músicos firmaban sobre la espalda de una guapa modelo en topless – hoy en día a ver quién se atreve a tanto – o apoyando la campaña de uno de sus primeros singles, la deliciosamente psicodélica Flowers in the rain, en una postal que satirizaba de tal forma al primer ministro británico de la época, Harold Wilson, que les costó sus royalties de por vida. Pero todo ello no empañaba sus aportaciones innovadoras, siendo pioneros en la incorporación de melodías provenientes de la clásica y en el uso de los cuartetos de cuerda integrados en una banda de rock, que ya aparecen en temas como Night of fear o The girl outside.


En mi juventud ya escuché a esta original banda, y mi asombro fue mayúsculo al comprobar que llevaba oyendo desde mi más tierna infancia, en manos de la orquesta de un tal Enrico Simonetti, uno de sus éxitos más sonados, el melancólico Blackberry way, escondido en uno de los discos de la colección de mi padre.




No encuentro un ejemplo mejor que el de los chicos de The Move para explicar que es una banda de culto y sus requisitos básicos: ser tan ignorados por el público como influyentes para formaciones posteriores.  En el tablero de ajedrez de la historia musical, el siguiente movimiento de su líder fue, indudablemente, el más acertado: convertirse en la Electric Light Orchestra. Lo que se dice una jugada maestra.




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