Argelia vive vísperas decisivas. El país atraviesa por una situación muy delicada, potencialmente explosiva. Que la crisis que padecen nuestros vecinos no encabece las escaletas de los telediarios solo prueba nuestro eurocentrismo periodístico. Argelia está muy cerca de España, mucho más que América y no digamos China. No estamos ante una reedición de lo que en su día fue bautizado como “la primavera árabe” -que dio pie a la revuelta que en Egipto acabó en dictadura y en Libia y, sobre todo en Siria, a una crudelísima guerra civil-. La situación tiene connotaciones argelinas especificas.
Las manifestaciones contra el presidente de la República son multitudinarias. El poder militar que gobierna el país desde la sombra por boca del general Ahmed Gaid Salah jefe del Estado Mayor (79 años) se ha pronunciado a favor de la inhabilitación del presidente Abdelaziz Buteflika, un anciano de 82 años y muy enfermo que pretendía aspirar a un quinto mandato presidencial.
No es seguro que la intervención del general Gaid, que es también viceministro de Defensa, pueda calmar los ánimos de quienes, en su mayoría jóvenes, están pidiendo democracia y cambios en la forma de gobernar al país. La gerontocracia que controla el poder y los grandes recursos económicos del país (gas y petróleo) está formada por políticos y militares que lucharon en los años 60 del pasado siglo en la guerra de la independencia y posteriormente, en los 90, libraron una sangrienta guerra civil contra los partidarios del FIS, los islamistas que ganaron unas elecciones pero fueron ilegalizados y nunca llegaron al poder. Aquella guerra provocó más de 150.000 muertos.
Al Jazzera la televisión catarí informa de la revuelta argelina pero ni en Túnez, ni en Egipto ni en Marruecos están dando relieve a los sucesos de Argel. Quizá por temor al contagio. El malestar social fermenta bajo las protestas de carácter político y en cualquier momento puede prender la chispa de una revuelta.
Aunque ocupados como están en nuestro a Ministerio de Asuntos Exteriores en deshacer las zancadillas que fuera de España nos van poniendo los separatistas catalanes, consta que están siguiendo con cercanía y preocupación los acontecimientos de Argelia. No es para menos, son nuestros vecinos. Desde Alicante solo se tarda una hora en llegar en avión hasta Argel.
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