En la engañosa profecía de las brujas a Macbeth, éstas le aseguran que nada habrá de temer mientras que el bosque de Birnam no se mueva y ascienda la colina para enfrentarse a él. ¿Un bosque que camina? Vamos, anda. Naturalmente, el malvado tirano se lo pasa estupendamente en los cinco actos de la famosa tragedia sin sospechar que al final de la obra, Shakespeare hará avanzar a las tropas de su enemigo Macduff hacia su castillo con una ramita prendida a sus yelmos. Señor, por allí se acerca un bosque. Y algo de movimiento forestal tenía el espectáculo de banderas españolas que desplegó el otro día el Presidente CumFraude en la presentación de su programa electoral, que recordó por su indiscutible españolismo a su primera aparición pública -acompañado de Begoña, la futura experta africana- arropado por una bandera española del tamaño de una cancha de pádel. Pero más que las presencias, en el acto de Sánchez fueron noticia dos ausencias: la deliberada eliminación de la cuestión catalana del escenario de futuro previsto por el Dr. Falcon y la falta de referencias a la Constitución.
Mucho gasto social, mucho buen rollo y mucho gratis total para deslumbrar a los menos reflexivos, pero poca explicación de cómo poder pagar todo esa fiesta en un horizonte de incertidumbre económica que, siguiendo la estela de su inolvidable inspirador Zapatero, también insiste en despreciar. Pero lo que no dijo Sánchez lo vino a decir en otro sitio el máximo representante del socialismo catalán, el bailarín Miquel Iceta, que dijo sin ambages que la independencia de Cataluña no es algo que vaya a pasar ahora sino dentro de diez o quince años, porque mientras tanto el PSOE tiene que ir preparando a la sociedad española para que vaya asumiendo la ruptura.
Así que ya saben cuál es el plan de futuro de Sánchez para el país con el que tanto gusta de abanderarse. Esperemos que las profecías de las encuestas sean igual de falsas que las del caldero de las brujas.
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