El arquitecto Jerónimo Junquera desarrolló la exposición en representación de la UTE Junquera Arquitectos-MC Valnera. Previamente, aclaró que se trataba de reflexiones y no soluciones concretas ni proyecto definitivo alguno. Se trata de ideas expuestas a modo de conclusión de esta primera fase de elaboración del Master Plan, que concluirá con el proyecto definitivo en una primera fase. No obstante, el arquitecto destacó la oportunidad que el proyecto Puerto-Ciudad representa para “una ciudad que quiere tocar el agua”, así como el potencial que dispone la ciudad para alcanzar el objetivo de una transformación estratégica, insistiendo en la necesidad de aprovechar las pocas oportunidades que se dan para acometer dichas transformaciones.
Bien. Una vez conocidos los edulcorados mensajes que suelen adornar esta lírica arquitectónica, la cuestión es la siguiente: ¿Qué pasa en Almería para que eche a andar definitivamente este proyecto? Sería interesante que alguno de los concernidos reflexivos explicase el proceso por el que iniciativas similares en Cartagena, Alicante, Málaga… han seguido el procedimiento más racional y eficaz: analizar la potencialidad; establecer la viabilidad; desarrollar un proyecto; poder sufragarlo y materializarlo.
Es la enésima vez que me pronuncio sobre el pretendido Puerto-Ciudad, no sin la caución inducida por las imprecisiones y dubitaciones del ámbito político, social, institucional y técnico que orbitan en una interminable espiral de sugerencias, esperas, colaboraciones… En cualquier caso, siempre mantuve que nunca se podría hablar de la conexión efectiva del puerto con la ciudad sin superar la barrera existente en el entorno de la Estación Marítima. Esta estación de pasajeros se contempla como una frontera internacional que ha de estar custodiada, protegida y limitada por elementos físicos, tal que la actual valla que se extiende por toda la Vía Parque, haciendo imposible la conectividad. Sólo se puede hablar de solución si se traslada la Estación Marítima con sus fingers de embarque, aduana y demás servicios a la zona de poniente (Puerto de Pechina).
Este emplazamiento es el que actualmente está ocupado por el granel a la intemperie y otros materiales que descansan sobre un puerto que cuenta con una defensa de poniente que habrá de completarse algún día como dársena portuaria. El acceso a esta instalación está operativo desde la rotonda de Pescadería y, por su configuración “fondo de saco”, sólo tendría un acceso de entrada y salida por la citada glorieta para el pasaje que conecta con el norte de África, y que ha de ser necesariamente controlado por la frontera internacional. Así, el resto -prácticamente todo el puerto- quedaría abierto, sin necesidad de valla y con la posibilidad de recuperar el Parque Nicolás Salmerón y San Luis, así como todo el frontal de la Vía Parque que quedaría como el enlace natural de Puerto-Ciudad.
No obstante lo anterior, aún no aparece el argumento determinante y condicionante del proyecto: la conexión ferroviaria. Como no estuve presente he de remitirme a la información publicada, y en ella se expresa un matiz sutil y extraño enunciado por el arquitecto y expuesto como una “posible zona para aparcar el ferrocarril”. O sea, que habla del ferrocarril como si de estacionar un Smart se tratase. Para nada se habla de conexión ferroviaria, trazado en superficie, trinchera, soterrado… Nada. Se deja caer el argumento, pero no hay más explicación o compromiso sobre lo que hace unos días era condición inexcusable e irrenunciable. El problema radica en que si desplazamos la zona comercial de almacenamiento y estiba hacia San Telmo, el tren tendría que cruzar absolutamente todo el puerto. Además, hacerlo íntegramente soterrado se nos va de los anunciados 250 millones de euros, y hacerlo en superficie no es muy recomendable si queremos resarcirnos de los factores limitantes de antaño (tren del mineral en superficie). En cualquier caso, aún espero una razón convincente que justifique la necesidad de llevar el tren al puerto, y que digan con claridad para qué tipo de mercancías, beneficios logísticos, soluciones de movilidad…
Ahora tampoco toca decidir. Hay que esperar –como siempre- a que se celebren las elecciones.
Primero, las generales, que determinan el apoyo del Gobierno central. Luego, las municipales, que harán de ese apoyo lealtad institucional o casus belli, según afinidades o desapegos. Y sin olvidar las instituciones, asociaciones vecinales y otros movimientos e inspiraciones sociales que ejercerán su presión sobre la florifauna, el mineral, la pesca de la castañuela, la púa desde el Morro, amaños de pimpes… En fin, nunca faltará la plañida añoranza y la oportuna plataforma discrepante: más “ayuda” para avanzar desde la reflexión a la realización.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/169769/master-reflexion