España es uno de los países con mayor dependencia energética. De hecho, ocupa el octavo país del mundo. Casi el 75% de la energía que consume depende de fuentes externas. Esto no es ninguna novedad, aunque el año pasado, por ejemplo, la caída brutal del precio del crudo logró que nuestra balanza comercial registrara un superávit de más de 10.000 millones de euros. Sin embargo, en los últimos meses, esta ventaja se puede terminar. El crudo se ha encarecido un 40% poniendo en peligro no sólo el superávit sino también la renta disponible de las familias para consumir. Los múltiples problemas que afectan al mundo del petróleo y de los que se habla poco van sin duda a agudizar la desaceleración que ya se evidencia en la economía española.*
Los datos ya son alarmantes en diversos sectores. Y no sólo los publicados, sino que los indicadores adelantados del Ministerio de Economía para los próximos 6-8 meses así lo atestiguan.
El consumo de energía ha caído un 4,5%, la producción industrial, un 0,2%, la producción en construcción, un 0,8%, la matriculación de automóviles, un 4,3% y las exportaciones en general, un 2,2%. Además, en el terreno del empleo ya hemos visto cómo han caído los contratos indefinidos. De crecer a un ritmo del 18% a hacerlo apenas al 3%. También el crecimiento de los autónomos se ha ralentizado en estos primeros meses del año. Y lo más preocupante que veremos en la EPA que mañana jueves publicará el INE y que nos dará una fotografía del impacto que sobre el empleo ha tenido la aprobación de la subida en un 22,3% del SMI desde el mes de enero. Hay además sectores importantes afectados por la guerra comercial de Estados Unidos con China y la Unión Europea y que afecta de formar espectacular a Alemania y por ende a otros países, entre ellos España. La producción y exportación de automóviles, por ejemplo, está viviendo momentos difíciles afectado también por la crisis diésel.
El barril de petróleo está ya por encima de los 70 dólares, un 40% más que hace un año y lógicamente está subida afectará a muchos sectores. De hecho, ya lo estamos viendo en los precios de los carburantes y de los suministros de energía. Lo siguiente será una merma importante de la capacidad de consumo de las familias, que afectará a la economía en general, a la inversión y al empleo.
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