Los partidos políticos son o ,mejor dicho, deberían ser organizaciones al servicio de los ciudadanos; instrumentos dedicadas a promover el bienestar de la gente. Pero no siempre se mueven en esa dirección. Cuando los liderazgos son fuertes tienden a caer en el culto a la personalidad y se transforman en penosas correas de transmisión de la voluntad de quien está al timón y los dirigentes intermedios se dejan utilizar con mansedumbre impropia de personas adultas.
Viene esta reflexión al hilo de las cábalas que se están formulando estos días sobre los futuros pactos de Gobierno en los que Pedro Sánchez deberá apoyarse para conseguir la investidura presidencial. Sabemos ya qué partidos están dispuestos a votar favorablemente. Es el caso de Podemos cuyo líder Pablo Iglesias reclama algunos ministerios a cambio. O los grupos independentistas que todavía no le han puesto precio a su colaboración pero que están a la espera de escuchar qué les puede ofrecer Sánchez. En el caso de ERC, nada por debajo de posibles futuros indultos. Sabido que contar con el PNV es sólo cuestión de chequera y transferencias los votos de sus seis diputados los dan por seguros.
Así las cosas, quedan en la casilla del "no" el Partido Popular que atraviesa por horas de zozobra y quebranto y Ciudadanos, el partido que por boca de su líder Albert Rivera a lo largo de toda la campaña se comprometió de manera ofuscada a no pactar con el mismo Pedro Sánchez al que hace tres años había estado dispuesto a convertir en Presidente del Gobierno. Es probable que la razón de semejante veto se encuentre en las encuestas que pronosticaban el "sorpasso" de Ciudadanos al PP. Rivera se veía -y de hecho sigue en ése registro- como líder de la oposición y nucleando el centro derecha español. No lo consiguió el 28 de abril, pero quedó cerca y vista la hecatombe sufrida por los populares y el desconcierto de Pablo Casado cree que ese objetivo todavía está a su alcance. Aguarda pues a ver qué pasa en las elecciones del 26 de mayo. Prima pues, intereses políticos de partido y también personales sobre el interés que para España y los españoles podría derivarse de un pacto de gobierno de Ciudadanos con el PSOE. Un pacto que alejaría a Pedro Sánchez de ceder a las exigencias de Pablo Iglesias para que Podemos entre a formar parte del próximo Gobierno. También alejaría el riesgo de tener que apoyarse en los partidos separatistas. Pensar en el bien del país y no en las ventajas del partido es lo que distingue a un estadista de un político cualquiera. "Con Rivera, sí". ¿Por qué no?
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