Al decir de la última encuesta del CIS el Partido Popular sigue cuesta abajo. Camino de perder el grueso de su poder territorial base durante años de su hegemonía en la España autonómica. El sondeo que presagia tan funestos resultados fue realizado antes del 28 de abril, fecha de la mayor debacle electoral sufrida por el partido desde su fundación. Sabido que hay factores inerciales en la decisión de voto en el sector de los indecisos no parece descabellado pensar que el 26 de abril los populares podrían experimentar otra sonada derrota. En sentido contrario y a la vista de esos mismos resultados tan poco habría que descartar una corrección de rumbo que hiciera cambiar de idea a aquellos antiguos votantes del PP que en los comicios de abril optaron por votar a Vox. Más de dos millones y medio de ciudadanos. Es una posibilidad que no encuentra reflejo en la mencionada encuesta porque, como decía, el trabajo de campo fue realizado antes de las pasadas elecciones legislativas.
En cualquier caso es evidente que en el solar de la derecha española hay una fractura entre las diferentes sensibilidades, fractura que no se producía desde los tiempos de la UCD. La irrupción de Vox -cuña de la misma madera- y la consolidación a escala nacional de Ciudadanos tras dejar atrás su meritoria experiencia en Cataluña le han comido terreno por los flancos al PP. El Partido Popular tiene años pero su líder actual está falto de trienios y esa falta de experiencia trasciende. Trasciende por una parte a los volantazos que imprime a sus discursos y por otra a la falta de la imprescindible "autoritas" que apareja el liderazgo político.
Son carencias que podrían haber sido corregidas por el tiempo, pero para desgracia de Pablo Casado él no ha contado con esa muleta, porque lo suyo fue ser elegido y a continuación saltar a la arena sin tiempo como quien dice para hacerse una idea de dónde se había metido. Visto lo mal que pintan los sondeos, Casado ya ha tenido que responder a la pregunta de qué hará en caso de que los resultados del 26 de mayo corran parejos a los de 28 de abril. Ha dicho que no está en su ánimo tirar la toalla. Podría ser injusto que no tuviera una segunda oportunidad como la tuvieron otros -Felipe González, José María Aznar o el propio Mariano Rajoy-, pero la secuencia de comicios tan seguidos y con unos primeros resultados tan adversos, puede resultar fatal para el futuro político de Pablo Casado. Está en la cuerda floja y de confirmarse en las urnas los resultados que pronostica la encuesta del CIS puede que los suyos no le concedan una segunda oportunidad.
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