Cuando hace unos años murió Adolfo Suárez, los ciudadanos sintieron la necesidad de lanzarse a la calle a rendirle homenaje. Lo hicieron conscientes de que había que estaban despidiendo a un político excepcional. Algo así ha sucedido con Alfredo Pérez Rubalcaba. Seguramente ni aún pretendiéndolo el PSOE hubiera podido lograr esa gran conmoción que ha provocado en la sociedad la muerte de Pérez Rubalcaba.
Puede que ni él mismo supiera del impacto que su figura política ha tenido en la vida pública española.
Me le imagino esbozando una sonrisa y rebuscando en su mente de científico una respuesta sobre la respuesta extraordinaria de la ciudadanía a la hora de mostrar su pena y reconocimiento por lo que él ha sido.
Y así estos días, ya sea por parte de los dirigentes del PSOE, ya sea por sus adversarios, España entera parece latir al son de Pérez Rubalcaba. Es más, parece que él mismo estuviera interviniendo en la campaña electoral de tan presente que está.
Seguramente dentro de algún tiempo, los historiadores podrán certificar la importancia de una generación de políticos a los que les tocó gestionar una etapa harto conflictiva de nuestra Historia, la que pasaba de la Dictadura a la Democracia, la que tenía que superar los fantasmas del pasado para ganar el futuro, la que estaba formada por mujeres y hombres que no eran profesionales de la "cosa pública" y que sin embargo entregaron e hicieron de la política las señas de identidad de sus vidas.
No dejo de pensar qué palabras más se pueden añadir sobre Alfredo Pérez Rubalcaba y les aseguro que no las encuentro porque se han dicho y escrito todas. Descanse en paz.
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