Levantar el pie del acelerador

Ginés Parra Córdoba
07:00 • 16 may. 2019

Cuando faltan razones y se carecen de argumentos, se recurre al insulto y a la mentira, ademas, cuando esto se instala varios días seguidos en el tiempo, lo del día anterior parece poco y hay que aumentar lo dicho anteriormente, para que impresione y para que impacte y sea titular en los medios. 


Cuando venimos a darnos cuenta, la injuria y la ofensa se ha adueñado de la situación y se nos hace común, en un acto público, en una entrevista, en un debate, da igual. Se inventan noticias falsas sobre aquella o el otro, con datos exagerados y manipulados y no importa que la población los escuche, los crea, los de por ciertos e incluso que estos los difundan.


Pareciese que no eres más importante si no gritas más que el otro, si no insultas o si  en lugar de dar argumentos validos. “para imponer una visión política, se utiliza el lenguaje un arma de destrucción masiva de la verdad y de la memoria”. 



No sé hasta qué punto estas personas, mayores de edad, se dan cuenta de lo que hacen con sus declaraciones y escalada de insultos y barbaridades, no sé si son conscientes de que esas declaraciones son públicas y se emiten y retransmiten a través de muchos medios, al alcance de cualquiera, incluido menores de edad, no sé si son conscientes de que son ejemplo, en este caso mal ejemplo, de que todo vale. Hace años, una madre, una abuela, con cualquier nimia palabra malsonante te llamaban la atención: “eso no se dice”, pero ahora lo dicen los próceres de la patria a cualquier hora y los medios lo repiten una y otra vez. 


El ciudadano de a pie, lo cree a pies juntillas, sin saber o comprobar si eso es cierto, lo mas que llegan a decir, es que es verdad por que lo ha dicho menganíco, o se creen con el mismo legitimo derecho de utilizar el mismo insulto o otro superior a su vecino o a su amigo mas cercano.



Muy flaco favor se esta haciendo con todo ello a que nuestra sociedad sea una sociedad amiga, solidaria. Mal ejemplo para ser mas tolerantes, para acercar ideas, para la convivencia diaria. Mas bien se esta contribuyendo a crear abismos entre unos y otros, que esperemos no sean insalvables.


En muchas ocasiones, el insulto, la descalificación, la mentira y brabuconería, en lugar de sumar adeptos lo que ha hecho ha sido alejarlos. Afortunadamente, a la mayoría de la gente no le gusta la mala educación, vivir permanentemente en el escándalo, en el ruido mediático, a la gente razonable, que son la mayoría no les gusta que se grite, que se eleve la voz, que se interrumpa sin dar un solo argumento.  



En este mundo, a veces tan loco,  nos sobra incendiarios y son necesarios “bomberos” y todos estamos llamados a ello. Tod@s somos responsables de lo que estamos generando, de que las generaciones venideras sean o no gente responsable y educada o no. No podemos tirar la piedra y esconder la mano, es decir lanzar bulos, escándalos, exabruptos y después querer que los jóvenes, los adolescentes, nuestros hijos,  sea gente respetuosa, españoles de bien. Ser auténticos españoles significa distinguirse por ser más honestos, sinceros,  solidarios, pacíficos y educados.


Es hora ya de levantar el pie del acelerador, de enfundar las armas del escándalo y no convertir el país en un plato del “Sálvame de Luxe”, sino en un espacio donde el dialogo, la escucha y el respeto, sean los protagonistas. Que no lamentemos después el incendio, si todos, de alguna forma, hemos contribuido echando una cerilla.


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