Era cuestión de tiempo pero tenía que llegar. El “incidente” entre Washington y Madrid a cuenta de asuntos relacionados con la Defensa es un clásico con el que hay que contar mientras en La Moncloa esté un presidente de izquierdas. Cuando Zapatero ganó las elecciones prometiendo retirar las tropas españolas de Iraq - la “zona hortofrutícula” en el que según el discurso oficial aznarista nunca habían estado-, se armó una buena. Más en España que en los EE.UU., todo hay que decirlo.
Ahora, a escala mucho menor, tenemos servida una polémica a cuenta de la fragata “Méndez Núñez” que tras recibir órdenes del Ministerio de Defensa abandonó el grupo de combate que en aguas del Índico lidera el portaaviones nuclear norteamericano Abraham Lincoln tras conocer que ésta formación naval había puesto rumbo al Golfo Pérsico.
Un tercio del transporte de petróleo que se realiza por mar en el planeta se hace a través de las aguas del Estrecho de Ormuz. Es un enclave estratégico vital para la economía mundial porque da salida al crudo que procede de los Emiratos, de Iraq y de Irán. Son frecuentes los incidentes entre buques con bandera saudí y los vecinos iraníes. El más reciente -aún por aclarar- se produjo a principios de semana cuando dos tanqueros saudíes fueron presuntamente atacados. Arabia Saudí es el principal aliado de Washington en la región y de su eterno enfrentamiento con el Irán de los ayatolas (sunitas contra chiítas), tenemos sobrada literatura. Antes del cambio de rumbo de la Flota del Índico el presidente Trump había anunciado nuevas sanciones al régimen de Teherán a cuenta del supuesto incumplimiento por parte de Irán del pacto nuclear por el que se comprometió a abandonar el programa de enriquecimiento de uranio con fines militares. Pacto que en su día (Obama) firmaron EE.UU., Rusia y la Unión Europea pero al que nunca dio crédito el Gobierno de Israel, tradicional impulsor de la desconfianza de Occidente hacia el régimen de Teherán.
La Unión Europea mantiene que Irán está cumpliendo lo pactado, pero Washington da por buena la sospecha israelí de que el programa nuclear iraní aún orientado hacia fines no militares, sigue siendo un riesgo para la seguridad de Israel y de Arabia Saudí, los dos pilares de la política norteamericana en la zona. España está con la Unión Europea. La “Méndez Núñez” se encuentra en medio de una tormenta política y diplomática que ni ha buscado ni se merece .Habría que templar la polémica porque el “gran juego” lo están jugando otros.
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