Ningún ministro hoy en funciones sabe por boca del presidente del Gobierno, también en funciones, si va a ser confirmado en el cargo. Los cortejos para la investidura y el ruido del rompecabezas de los pactos municipales y autonómicos están ocultando una tensión de vísperas ministeriales que en otras circunstancias ocuparía la portada de los periódicos. Y es tema capital porque el marco de la política española en los próximo cuatro años dependerá más de las capacidades de los miembros del Consejo de Ministros que no del color de los consistorios locales.
Sánchez no tiene asegurada la investidura y ésa es una circunstancia que genera incertidumbre. Es conocida la insistencia de Pablo Iglesias pidiendo, implorando, casi, alguna cartera ministerial. Vista la implosión a cámara lenta que se está produciendo en Podemos, Iglesias parece convencido de que sería su salvación política. No todos en la formación morada piensan lo mismo pero no andan sobrados de coraje para hacerlo público. Sánchez ya ha dado a entender lo que piensa. Que cada uno asuma las circunstancias que se derivan del resultado de las elecciones. Pero Iglesias no parece darse por aludido.
Veremos en qué queda la cosa visto que el PNV ha puesto la mirada en el futuro gobierno de Navarra. Emplazan al Partido Socialista de aquella comunidad a apoyar la lista de los nacionalistas dejando de lado al tripartito constitucionalista, la lista más votada. La política es eso: complicación, negociación y pactos... o si las cosas se ponen imposibles (véase Israel), repetición de las elecciones.
No parece que vayamos a llegar tan lejos aunque en La Moncloa hay quien opina que el PSOE las volvería a ganar y con mejores resultados que el 28A. No parece que Sánchez esté por la repetición. Ha pasado ya por tantas pruebas de fuego a cara o cruz que se entiende que huya del vértigo de lo desconocido. Repetir comicios no le interesa a ningún partido, salvo, quizá a los separatistas. Al PP, no. Casado todavía no se ha repuesto del susto; a Cs le podría costar muy caro dado la fase giróvaga en la que parece instalado; a Vox, menos aún a tenor de lo ocurrido en las últimas y al que menos de todos, a Podemos. Podría ser el hundimiento que les ronda. Unos y otros deberían pensar en el bien del país y no en sus pequeños intereses de taifa. Ya sé que es mucho pedir.
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