Interiorismo

Me fascinan las pinturas prehistóricas, como las de la Cueva de los letreros en los Vélez, representando el día a día, o brindando cortejo a supersticiones y creencias. Aunque el concepto de interiorismo no tomó fuerza hasta el siglo XVII, cuando el clasicismo del renacimiento evolucionaba al barroco, mirando el arte homínido, da que pensar sobre la decoración del hogar, no tardarían en captar el concepto actual. Y es que, por lo general, tratamos de hacer que nuestros hábitats sean cómodos y muestren, en cierto modo, cómo somos.

Pero, pasando necesidades económicas, a lo sumo cambias de aquí para allá, tratando de dar un aire nuevo al hogar. Por eso no se entiende  que la pareja del Director general de la Agencia Pública Andaluza de Educación (Ciudadanos) subiera a redes sociales un video frivolizando, con el beneplácito del político, sobre redecorar su nuevo despacho público, sobre todo cuando hay carencias económicas en educación, así se regenera la política.

Los mecenas contribuyeron al desarrollo del interiorismo y la arquitectura durante el siglo XVII; en España, el Conde de Lemos fue un gran mecenas que también apostó por Cervantes y Góngora. Hoy, los mecenas de la extrema derecha española son PP y Ciudadanos, germinado en Andalucía. Gran parte de mecenas políticos están ligados a mercenarios sin motivación ideológica, como los españoles que conquistaron el Imperio inca haciendo estragos; y lo van a poner en valor con dinero de los andaluces tras el acuerdo de las tres derechas, eso sí, dignificar a las víctimas franquistas, no. Los mayores mercenarios políticos lo manejan todo desde sus despachos en Madrid, intercambiando como cromos gobiernos, concejalías y chiringuitos varios, parte de ello se verá hoy al constituirse los ayuntamientos, ¡menuda política cercana al ciudadano!

Pero lo peor del pacto de la vergüenza es el empeño en poner de moda en la política española el interiorismo retro, e incluso en exteriores, arrasando los logros en igualdad de género y en la lucha contra el terrorismo machista.