Siempre que he esperado mi turno en la peluquería he pedido el último número de la revista “Astronomy & Astrophysics” o, en su defecto, un ejemplar de “The New England Journal of Medicine”. Pero lamentablemente nunca los tenían, por lo que he tenido que consolar mi natural decepción con algún sobado número del “Interviú”. Y aunque los conocimientos anatómicos son siempre enriquecedores, quiero animar desde aquí al sector de la peluquería de caballeros a la renovación del catálogo de publicaciones de cortesía, porque ha sido precisamente la primera de estas revistas la que ha anunciado un descubrimiento que afecta a Almería y que supera en interés a los implantes y turgencias de las rompesomieres de turno. En su último número, “Astronomy & Astrophysics” desvela que el Observatorio almeriense de Calar Alto ha descubierto con sus potentes telescopios dos planetas en torno a una lejana estrella que podrían albergar vida en ellos. Y no sólo eso: que tendrían unas temperaturas lo suficientemente suaves como para poder albergar agua en superficie. Toda una paradoja estelar: los almerienses somos capaces de encontrar el agua que no tenemos en nuestra tierra en el infinito y hasta más allá. Una obsesión que ya retrataba a principios del pasado siglo el poeta almeriense Alvarez de Sotomayor cuando decía en su famoso poema “La Seca” que levantamos la vista para mirar al cielo y ver que de él no escurre “ni maldecía la gota”. Y es verdad que hace años estuvimos cerca de conseguir, con el famoso Plan Hidrológico y el Trasvase del Ebro, la solución de un problema que nos atormenta desde que tenemos memoria colectiva, pero una vez más las cosas terrenales de la política más rastrera nos dejaron con un montón de ilusiones resecas. Y ahora no sé qué está a más años luz: si esos planetas o el consenso político para el tema del agua en Almería. En todo caso, ya sabemos a dónde se nos fue el gran Juan del Aguila.
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