Ciudadanos ha entrado de lleno ya en una dinámica de perdición, de la que no saldrá si persiste en su empeño de estropearlo todo y de avanzar cada vez más en su caída en el abismo y en las profundas contradicciones, como ya la semana pasada ponía yo aquí de relieve. La espantada de Toni Roldán, portavoz económico del partido, seguido del eurodiputado Javier Nart y otros, es algo que puede ser un hecho determinante en el declive de la formación de Albert Rivera. Y es un suceso que ha conmocionado las estructuras partidarias y ha motivado una crisis de caracteres bastante descomunales. Creo que todavía están a tiempo de corregirse y dar marcha atrás, pero de momento no se adivinan intenciones en ese sentido.
Estas primeras renuncias en el núcleo dirigente han dejado a sus compañeros, empezando por Albert Rivera, perplejos y desconcertados, a juzgar por la expresión de sus rostros en las imágenes televisivas y en las fotos. El evidente giro a la derecha, que es el gran motivo de las renuncias, es algo que estaba y está a la vista de todo el mundo. Produce vergüenza recordar los manejos disimuladores de su connivencia con la ultraderechista Vox al tiempo del resultado de las elecciones autonómicas de Andalucía. A partir de ahí todo han sido simulacros e intentos de ocultar la verdad y sus verdaderas intenciones. Al tiempo, las actitudes y comportamientos del núcleo dirigente han sido bastante vergonzosos, en el sentido de la vergüenza que producían y producen.
La negativa a negociar con Pedro Sánchez el tema de la investidura por supuesto que tiene que ver directamente con la espantada de los dirigentes a que aludo. Roldán, en su despedida, dice cosas muy claras, pero quizá la más clara sea la de que "los costes de la estrategia de Cs. son demasiado altos para España". También aquello de "No me voy porque yo haya cambiado sino porque Ciudadanos ha cambiado, este no es el contrato que yo firmé. Vinimos a superar la dinámica entre rojos y azules y nos hemos convertido en azules ¿Cómo vamos a liderar un proyecto liberal si no nos separamos de la extrema derecha, que está en las antípodas?". Disculpen la extensión de la cita, pero creo que valía la pena.
Todo esto me recuerda de nuevo lo del pacto entre Pedro Sánchez y Albert Rivera de hace tres años, hecho que hoy produce sarcasmo y algo más. Pienso sinceramente que Albert tendría que pedir un perdón universal por su trayectoria política y por esas descomunales contradicciones, y además en tan poco tiempo. Creo que sería un hecho muy meritorio por su parte y además generador de una reconciliación política y moral con los suyos y los no suyos. Ya escribí alguna vez que yo miraba con interés y curiosidad a este hombre y que podría ser capaz de cambiar al partido, lo que no significa precisamente una animadversión mía hacia su figura. Se lo repito ahora, por si quiere hacer caso.
Lo que veo más claro es que Albert y los suyos no pueden permanecer insensibles al necesario cambio radical de actitud, pues las consecuencias pueden ser catastróficas, comenzando por un regreso masivo al PP de los antiguos militantes de este partido. Ciudadanos nació teóricamente para corregir los defectos y las malas y feas historias del PP y parece que ha hecho lo contrario. Luego entonces... Yo no desearía ver repetida nunca la escena de la expresión y el semblante de Rivera y sus compañeros a que más atrás me he referido. Pueden pensar lo que quieran, pero les aseguro que escribo con toda sinceridad.
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