A ver quién aguanta más

Victoria Lafora
00:06 • 27 jun. 2019 / actualizado a las 07:00 • 27 jun. 2019

Las negociaciones para formar Gobierno, no solo el nacional sino también en autonomías como Madrid o Murcia, han entrado en la fase de comprobar hasta dónde es capaz de aguantar el adversario político. La amenaza final es una repetición de elecciones. De no llegar a ese extremo, no será por la cordura de los líderes de los diferentes partidos, si no porque las previsiones demoscópicas no son buenas para ellos. El hecho de someter a una nueva cita con las urnas a la sufrida ciudadanía, que ha votado tres veces en cuatro años, es para ellos irrelevante. 


Tras una nueva cita de Sánchez con Iglesias en la Moncloa, con una nueva negativa a incorporar a este último y sus compañeros en el Consejo de Ministros, el PSOE informó de que Podemos amenaza con votar “no” en la investidura. Aún así, el presidente en funciones ha anunciado que se reunirá con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, para fijar la fecha en la segunda semana de julio. Sabe que será fallida. Así que, la única razón para llevarla a cabo podría ser que el debate parlamentario sirva para enfrentar a la oposición con sus propias contradicciones. Además de tensar la cuerda para medir la capacidad de aguante de Podemos.


La situación es tan pintoresca que incluso ha corrido el rumor de que VOX pudiera abstenerse para dar una lección de sentido de Estado. Posiblemente sea una broma porque, de ser cierto, demostraría la peligrosa deriva de irresponsabilidad en la que está incurriendo la actual clase política y las antipatías y rencores de sus dirigentes. A nadie se le oculta que Sánchez e Iglesias no se pueden ni ver, y qué decir de la animadversión de Rivera con el presidente en funciones.



Pero, ese tensar la cuerda para ver quien cede antes, tiene el riesgo evidente de que se rompa y acabemos todos, otra vez, ante las urnas. Los pronósticos auguran que saldría reforzado el bipartidismo. Pero los que más tienen que perder son Podemos y Ciudadanos, de ahí que se conviertan en los objetivos de la presión. Tampoco está garantizado que un crecimiento importante del PP no lleve a Sánchez a ser desalojado de la Moncloa al sumar con Ciudadanos. Nadie tiene nada garantizado. Por eso, de momento, se va de farol.


Ciudadanos, después de facilitar el liderazgo de Casado en el PP, ha entrado en una crisis interna que no se sabe a dónde va a llegar. Conviene recordar que la investidura de Rajoy le costó el puesto Sánchez y llevó al PSOE a la peor crisis de su historia. Los liderazgos “indiscutibles” saltan por los aires de la noche a la mañana.



En cuanto a Madrid y Murcia, el tema se complica. Isabel Díaz Ayuso, que se veía de presidenta en la Puerta del Sol, necesita los votos de VOX y, de momento, no los tiene. Es más, su investidura puede quedar para septiembre, como sucedía con los alumnos suspendidos, porque la ultraderecha, harta de ser ninguneada, se ha plantado. Entre otras cosas porque se consideran engañados en el Ayuntamiento de Madrid y les chirría ver a la vicealcaldesa Villacis tan contenta en su puesto, con sus votos, y negándoles el saludo. A Aguado le va a costar más el cargo.




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