La última de Zapatero

Fermín Bocos
00:09 • 27 jun. 2019 / actualizado a las 07:00 • 27 jun. 2019

José Luis Rodríguez Zapatero no pierde la ocasión para volver a su especialidad. Siempre apuesta por lo que pueda resultar más urticante. Después de las penosas actuaciones llevadas a cabo en Venezuela orientadas todas ellas a blanquear las actuaciones del tirano Nicolás Maduro -en olvido de las penosas condiciones del drama humanitario que padece aquél país-, ahora le ha dado por entrometerse en la función de los jueces españoles que deben sentenciar a los políticos catalanes procesados por los hechos de octubre de 2017. Un intento de golpe de Estado, según la calificación del fiscal del Tribunal Supremo.


Dice Zapatero que espera una sentencia que “no comprometa el “diálogo”. Añade que no considera golpistas a los políticos presos y que si piden el indulto aboga por estudiarlo. A la pregunta de si considera que la sentencia debería ser leve, su respuesta es de las que debería figurar en el manual del buen jesuita: “Una sentencia que nos permita recuperar la convivencia”. Y así todo. Visto que sus opiniones son las de un ex presidente del Gobierno, ¿será consciente de que está presionando a los jueces del Tribunal Supremo? ¿Dónde queda para este personaje el concepto de separación de poderes?



Conociendo su forma meliflua de proceder a nadie debería sorprender el regalo envenenado que le ha dejado a Pedro Sánchez en la puerta de La Moncloa hablando de indultos en medio de una negociación para la investidura que de momento está en el aire. Es sabido que tanto para Ciudadanos como para el PP o incluso Coalición Canaria, la sola sospecha de algún tipo de acuerdo bajo la mesa con ERC, en la línea de atender las exigencias de los separatistas en esa materia, ante la opinión pública quedaría más que justificada la negativa a apoyar o abstenerse en la investidura. Ni Albert Rivera ni Pablo Casado ignoran el clima que rodea las vísperas de las sentencias, pero lo dicho por Zapatero aviva el recelo que ya de por sí suscitan los planes de Pedro Sánchez.


Felipe González definió a los ex presidentes como una suerte de jarrones chinos. Objetos de valor que nadie sabe ni qué hacer con ellos ni dónde colocarlos, porque estorban. En el caso de Rodríguez Zapatero sus actuaciones públicas invitan a pensar que tal vez debiera corregirse el estatuto que le permitirá el resto de su vida vivir sin trabajar y hacerlo a costa del contribuyente. En la vida, nada espabila tanto como tener que ganar el pan con el sudor de la frente.





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