Han salido del horno los datos del mercado de trabajo del mes de junio. Se puede decir que son buenos, pero hay que ponerles muchos reparos. El principal, que son los peores datos de caída del paro en 11 años y los de afiliados desde 2015. Cierto que se han conseguido cotas importantes. La afiliación está en máximos y el paro en poco más de 3 millones. Sin embargo, un mes más es un hecho la ralentización del mercado de trabajo y algo mucho más decepcionante y que se refiere a la contratación indefinida, ya que sigue a la baja. De hecho, la contratación a tiempo parcial cae un 11% y a tiempo completo un 9%. Son ya cinco meses consecutivos de bajada, cuando venía creciendo a tasas cercanas al 18%. Otro dato del que se habla poco, aunque es importante y muy esclarecedor de que la situación está cambiando, es de los autónomos. En el primer semestre de este año han nacido cerca de 32.000, la mitad que en el mismo periodo de 2018, la peor cifra desde 2013.
Llevamos demasiado tiempo sin gobierno y lo que es más grave sin reformas y con muchos anuncios que únicamente crean inseguridad para los negocios. Por ejemplo, la actividad manufacturera está en negativo y el sector del automóvil habla ya claramente de crisis. Incluso en mayo han venido menos turistas. Nada de esto parece importarle al gobierno, ni antes, ni ahora que está en funciones. El déficit público se ha desbocado y lo seguirá haciendo, porque no hay ni el más mínimo interés en reducir el gasto público, principal artífice de que la economía siga a tasas superiores al 2%, de momento. El PIB del segundo trimestre ya se anuncia con un aumento del 0,6%, un tercio de lo que lo hacía hace apenas unos trimestres.
Y, sí, ya hay fecha de investidura. Veremos si de gobierno o de repetición de elecciones, lo que de nuevo retrasará cualquier posibilidad de enderezar las cuentas públicas y abordar reformas tan sustanciales como la de las pensiones o la financiación autonómica.
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