La incoherencia del Progresismo Premium

José Fernández
00:03 • 05 jul. 2019 / actualizado a las 07:00 • 05 jul. 2019

Una de las señas de identidad del otro PP -el Progresismo Premium- es su incontenible tendencia a la prescripción ética. El buen progre se pasa el día dando la turra al personal sobre lo que tiene o no tiene que ver o leer; los hábitos más recomendables y va por ahí dictando lecciones no solicitadas de ética transversal y sostenible. Lo que viene siendo un pelma, vamos. Pero ello no significa, ni mucho menos, que su comportamiento personal refleje el alcance del compromiso que demanda para los demás. Haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga, etcétera. Nuestro presidente en funciones, el ebúrneo Dr. Fraude, es uno de los mejores ejemplos de este Progresismo Premium de conmovedor discurso y comportamiento desahogado. Acaba de conocerse que el Ministro de Fomento, José Luis Abalos, el que no acaba de situar a Almería en el mapa de sus prioridades, está estudiando la posibilidad de restringir el tráfico aéreo entre ciudades conectadas por las líneas de alta velocidad ferroviaria. La razón barajada es el elevado coste ecológico de los vuelos y las altas cotas de emisión de CO2 de los motores de los reactores. ¡Qué hermoso es tener un gobierno concienciado con la calidad del aire que respiramos! La tierra, ya lo dijo el gran jefe indio Zapatero Sentado, es del viento. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo no transgénico. En la reciente inauguración del AVE a Granada, el presidente Sánchez brindó a la concurrencia un emotivo discurso sobre el valor ecológico del tren y los deberes medioambientales del ser humano, pero inmediatamente después regresó a la capital a bordo de su Falcon, porque tenía que tomar un helicóptero para acudir a una cita con el podemita Pablo Iglesias, ese joven potentado comunista que, después de glosar la virtud y el mérito de residir en un barrio obrero, no ha dudado en mudarse a un casoplón con piscina y vigilancia personalizada. Pero los contaminadores y los capitalistas son los demás. Igual que los hipócritas.






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