La degeneración de un pueblo

Juan Martínez Fernández
11:00 • 11 jul. 2019

Y me refiero al español, al nuestro. Cuando un pueblo, dejándose llevar por los intereses espurios de los políticos, se deja manejar y cambia de criterio con tanta facilidad como el nuestro, su decadencia no está próxima, está presente. La entrevista a Otegui en TVE, es una muestra de que estamos en manos de desaprensivos que pactan hasta con el diablo por sus intereses y no tienen reparo ni vergüenza en respetar el dolor de los demás. 


Cuando un terrorista, posiblemente asesino (por lo menos, en grado de tentativa, hay pruebas de que lo fue; y en grado de complicidad, está probado), es tratado en TVE como una persona de orden y respetable, ese pueblo está lleno de podredumbre. El PSOE que, para mantener su hegemonía en los medios, ha colocado a una sectaria en la dirección de la ruina que pagamos todos, ha dado lugar a ello. 


Hay que blanquear a los ex - etarras (Yo lo de “ex” no me lo creo, pues un criminal, aun indultado es un criminal) porque el Sr. Sánchez, ha de vivir en la Moncloa. Es un hecho que todos los políticos de la izquierda (y muchos de la derecha) se han olvidado de los muertos, de los niños de menos de tres años que fueron asesinados vilmente por esa gentuza, que eran hijos y familia de guardias civiles (al igual que los cientos de inocentes asesinados por esos animales). 



Para mí, hijo y yerno de guardia civil; y, mientras viva, orgulloso de serlo, maldigo a quienes, con su ignominia, desde la Moncloa hasta el último reducto de este país, antaño grande y hogaño, camino de ser mísero y cobarde, han permitido y están permitiendo que los asesinos estén disfrutando de la tranquilidad que muchos no pudimos disfrutar porque nos mataban a los nuestros; y aún sean homenajeados y cobren de nuestros impuestos. 


Aún tengo vivas en mi mente las imágenes de los guardias civiles llorando y llevando en sus brazos los cadáveres de sus niños inocentes, asesinados por los que ahora son amigos y socios de quienes nos quieren gobernar y no aplauden, y se quedan sentados en sus poltronas, a quienes lloran a sus familiares. ¡Gentuza asquerosa! que ahora pretende venir de embajadores de la paz y son sepulcros blanqueados a los que la sangre derramada de inocentes que aún no habían comenzado a vivir, les importa un bledo. 



No puedo entender cómo, quienes no dejan en paz a los muertos hace más de cuarenta años, sí que compadrean y pactan con los asesinos de mujeres y niños cuyos cadáveres aún están calientes. Muchos de los que asistían a los funerales con cara de compungidos, son ahora los que se apoyan en esos asesinos; y la gente buena de España, llena de desidia y estulticia, les vota y les aplaude. Si eso es la política, que se la guarden para ellos, malditos sean quienes creen en la ignominia de olvidar lo próximo, por terrible que sea y recordar lo lejano, aunque la ley, en su día, a petición y súplica de los que ahora se olvidan de sus lloros, promulgara el olvido de quienes también mataron y asesinaron. 


Cuando el rencor lejano, se mantiene vivo y se ignora el dolor innecesario reciente, solo caben dos palabras. ¡Traidores! o, ¡Cobardes! Sin duda, gobernarán España que, nunca pudo caer tan bajo; ahora bien, los españoles que, después de ver lo que está ocurriendo; y en lo que ya tuvieron más culpa aún que los de ahora, Zapatero y Rajoy; si después de los pactos que se están haciendo, pueden dormir tranquilos, que Dios les perdone, yo no lo haré jamás. Y, si la mayoría de los españoles, es esto lo que quieren, yo no quiero seguir siendo español. Vomitaría de asco todas las mañanas.




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