A los inscritos de Podemos se les exige tener respuestas para todo: lo mismo se les pregunta qué les parece que los jefes del partido se compren un chalet de más de cien millones de pesetas, que su opinión sobre la renuencia de Sánchez a nombrar ministros a sus jefes. Mucho preguntar al inscrito, pero, como se ve, las cuestiones siempre parecen girar en torno a la promoción, en todos los órdenes, de sus jefes.
De los inscritos de Podemos esperan sus jefes, Pablo Iglesias e Irene Montero, respuestas para todo. Si no hubiera otras razones, esa sería suficiente para que uno no pudiera ser nunca un inscrito de esos: uno no tiene respuestas para casi nada. Preguntas, sí, un montón, pero los jefes de Podemos no quieren a sus inscritos para que les hagan preguntas, sino para que les den respuestas, concretamente aquellas que esperan recibir de ellos. La vida del inscrito de Podemos es dura, un fatigoso responder a las cosas de sus jefes todo el rato, pero también cabe considerar que llamándose así, inscrito, en vez de militante, o miembro, o correligionario, el inscrito sella su desolador destino de pregunta/respuesta.
Lo último que los jefes de los inscritos han pedido a los inscritos no es, sin embargo, una respuesta, sino un garrote para arrearle a Sánchez en la cabeza. La preguntita de éste último simulacro de consulta se las trae, pues viene a ser una cosa así: ¿Quiere usted que sus jefes sean ministros de algo, y, en consecuencia, estar en condiciones de repartir la pedrea derivada del cargo entre los inscritos, o, por el contrario, entregarle la cuchara a Sánchez como si el 28-A hubiera usted votado al PSOE? En todo caso, no pueden quejarse los inscritos de lo fácil que sus jefes les ponen las respuestas, el garrote en éste caso.
Uno, que no suele entender a Sánchez por tratarse de un ciudadano a menudo ininteligible, le entiende perfectamente en la actual coyuntura: antes muerto que sencillo. Es decir; antes encomendarse al albur del destino, a la lotería de otras elecciones, que transigir con el desembarco en el gobierno de ese mundo de jefes y de inscritos en confusa mezcolanza. Nunca pensé que lo diría: entiendo a Sánchez. Y, con él, que una cosa es un gobierno y otra, muy distinta, la casa de tócame Roque con su insufrible trajín de jefes y de inscritos.
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