Muchos de ustedes, algunos con una cierta edad (eso no quiere decir que sean viejos), recordarán que allá por la década de los cincuenta, al conectar el transistor, escuchaban una voz que decía: "Aquí Radio Almería EAJ-60, les habla Inma Codina".
La almeriense Inma Codina, nacida en la barriada de El Chive, fue una de las actrices y locutoras más brillantes que han pasado por la radio española. Así la describió el periodista Antonio Torres, director de Canal Sur en Almería, con motivo de su fallecimiento en el año 2014. Una voz única para una radio irrepetible, comentó el periodista Evaristo Martínez, jefe de la sección de Cultura en La Voz de Almería.
Inma Codina vivió por y para la radio. Su primer público fiel lo tuvo cuando apenas tenía 9 años de edad. Su trabajo era leer el periódico a la gente mayor de su natal El Chive. Su forma de articular palabra y su voz ya presagiaba un futuro con mucho éxito en la radio y con un cada vez mayor número de oyentes, que mantuvo a lo largo de su carrera profesional.
Hace cinco años la voz de Inma Codina se apagó. Por desgracia, solo queda su recuerdo. Y digo por desgracia porque, desde entonces, nadie ha vuelto a nombrarla. Salvo sus hijos, sobrina, otros familiares y un servidor (desconozco si alguien más ha dicho su nombre) pocos o nadie más han tenido un recuerdo para ella.
La precursora de la radio en Almería, la primera voz que se escuchó en Los 40, la pionera de los actuales DJ, entre otras muchas cosas, no tiene una calle, una plaza, un callejón, un parque, una biblioteca o un estudio de radio a su nombre. Nada. Ni siquiera el Ayuntamiento, tras enviarle dos correos electrónicos y varios tuits, ha tenido la amabilidad de contestar ni de sopesar proyecto alguno sobre las propuestas antes indicadas. Ni siquiera un simple homenaje. Silencio.
Parece interpretarse como que algunos quieren que Inma Codina siga en el pasado, olvidada, lejos de la lista de nombres ilustres de la Almería de la segunda mitad del siglo XX. Que nadie sepa lo que ella fue en vida, lo que significó para muchas mujeres de radio y de otras profesiones, la importancia que tuvo para los almerienses y, entre otros lugares, para la gente de Granada.
Pero esto tiene que cambiar, y un servidor está dispuesto a ello. Inma Codina debe traspasar ese umbral que divide el olvido del recuerdo. Hace falta que vuelva a ser un ejemplo a seguir para las futuras generaciones que quieran dedicarse a los medios de comunicación en general, y a la radio en particular. Su memoria y su persona no pueden desaparecer como las ondas hertzianas cuando no llegan a su destino. Con esto, vuelvo a lanzar mi sugerencia al alcalde de la ciudad y, si compete, a la Asociación de la Prensa de Almería.
Inma Codina tiene que volver a ser la voz que Almería tanto admiró en su momento.
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