Dilecto Ramón, admirado Diego, señor alcalde, señor concejal. Han sido muchos los almerienses y visitantes que se han acordado de ustedes, es de suponer que también de sus santas familias, los españoles, ya saben, somos así, mientras esperaban horas y horas la llegada de un taxi en la cola formadas en la puerta del recinto ferial. Yo fui uno de ellos. Y como entenderéis, nada satisfactoria fue la misma. Una penita que no hayáis sido ninguno de los dos, dilecto Ramón y admirado Diego, capaces de darle una solución a este tema. No sé si alguno de vosotros estuvo en esa situación a las cinco de la madrugada, supongo que no, que siempre hay un coche y hasta un chofer que pagan todos los que en la cola cruzábamos los dedos ante vuestros dilectos y admirados nombres. Ppero dicen que dios existe, Ppero aseguran que de vez en cuando los buenos también recibimos el maná de la divina providencia, y en la noche del viernes, con luna y calor, un edil del Pp esperó (creo que venía de una cena de gala en la pinturera y nueva caseta de La Pita) y aguantó sus casi dos horas en la cola que yo me tragué el sábado. Habrá que buscar al afortunado concejal que se hizo ciudadano por una horas, que sintió los rigores de estar mandado en esta tierra, que no tuvo coche oficial al que subirse, que no se le ofreció un aparcamiento privado a su llegada y darle las gracias por ser durante la noche del viernes un “puto y pobre mortal” en la confiada ciudad que le ha dado un triunfo al confiado Ramón. Ese edil pepero se merece el reconocimiento de todos los almerienses que han tenido que soportar y pasar por la misma prueba que él, y de justicia es reconocerlo. Decía el joven Ramón que la primera noche había un éxito, que se lo pregunten a los de la cola en la parada de taxis, a los policías que tuvieron que salir del recinto ante la que se estaba liando. Para él es posible, con coche, chofer y escolta que la primera noche fuera un éxito, pero claro, no todos los almerienses tienen esa suerte. Los hay como los miles que se llevan horas en la madrugada esperando un taxi en el recinto. Ppero dios es justo, uno de los concejales, colega de Diego en la corporación tuvo que probar de la misma medicina que su alcalde y el edil de festejos le dieron a los vecinos. Dilecto Ramón, admirado Diego.
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