El pasado día 28 estuve en mi pueblo después de mucho tiempo. Aproveché el viaje para llevar 60 ejemplares de mi último libro, con el fin de repartirlos entre mis paisanos.
El coche lo conducía mi hija, que de Alemania había venido a pasar unos días con nosotros. Entramos por La Loma y le iba diciendo que en la Venta del Cholas vivía una familia con numerosos hijos y nietos.
Dónde estaba la tienda de recambios de mi cuñado Luis. Dónde el garaje de Atanasio, y así le iba explicando lo que me parecía más destacable. Entramos en el puente que se terminó de construir en 1951.
Anteriormente para ir de La Loma al Pueblo, teníamos que pisar el cauce de la rambla. Cruzamos la placeta del pescado, donde jugábamos partidos de fútbol y siempre estuvo adornada de árboles gigantes.
Subimos por la calle del muro hasta llegar a la plaza mayor. Aquí nos sentamos en un banco a la sombra, enfrente de la iglesia.
No me cansaba de ver una torre esbelta, que preside todo el pueblo de Albox. Su reloj era cuidado por Pedro Marín, padre de D. Bartolomé.
Era la una de la tarde y la iglesia la habían cerrado una hora antes, por lo que dejamos los libros en el bar vecino que un día fue farmacia.
Buscamos un aparcamiento y vinimos a encontrarlo en la calle Rosario, a 20 metros de la que fue mi escuela.
Situado en el centro de aquella encrucijada, pude contemplar el cambio tan grande que ha experimentado mi pueblo.
El que era cuartel de la Guardia Civil es un edificio de varias plantas. La casa de D. Pepe “El Boticario” otro de varios pisos. Mi escuela la han convertido en biblioteca y oficinas. La casa del “Moreno” otro hermoso complejo de pisos.
Desde allí nos fuimos andando a la que fue mi calle. No me cansaba de verla. Aquella casa vieja en la que viví 20 años, ahora es otra completamente nueva. Mi compañero de escuela Manuel Pleguezuelo ha sido el autor del cambio.
De la casa donde compraba el pan salía una mujer que no conocía y dije a mi hija: esa joven es hija de Pedro Mármol porque tiene su misma cara. Y la joven volvió la cabeza sorprendida.Pasamos por la calle Santa Lucía que estaba llena de tiendas.
Antonio el Molinero vendía café de malta, Mariángeles papeletas de azafrán con cromos de futbolistas. María la de Enrique vendía legumbres y La Montoya de todo.
Tomamos la calle Silvela y recordé al Maestro Ché, que tocaba los platillos en la banda. Acompañaba al Maestro Chapista que tocaba el bombo, y cada vez que terminaban una pieza musical, decían: Ahí queda eso. Pasamos junto al café de Los González que dio cobijo a La Sociedad donde comí un helado insuperable.
Al lado está la casa de Pantaleón Fernández. En la mitad que da a la calle del muro han construido tres viviendas, una para cada uno de sus hijos. El segundo de ellos llamado Higinio era mi amigo. En la casa de enfrente hay una placa en la pared, diciendo que allí nació D. José Rodríguez Jiménez, Presidente de la Audiencia Comarcal de Albacete.
Y llegamos al nuevo Ayuntamiento. Nos atrevimos a entrar y quedamos impresionados. Lo inauguraron el pasado mes de Marzo. Tiene tres plantas y terraza. Un patio central adornado con una bella lámpara.
Habitaciones con el letrero correspondiente, que distribuyen los distintos trabajos. Salón de plenos y una terraza formidable. Desde ella puedes contemplar hasta la sierra de Las Estancias.
Lo que más me gustó fue la amabilidad con que nos trataron. Tenían interés en que lo viéramos todo. El ascensor nos facilitó los movimientos.
Las 4 banderas desplegadas en la fachada parecen presidir el mercado de los martes. Comimos en el restaurante La Parrilla, y como eran la 2 de la tarde llegamos a tiempo de la rica paella recién hecha. Fuimos los primeros y pronto el salón se llenó de comensales. Pudimos oír el canto de “Cumpleaños feliz”.
Volvimos al banco para contemplar de nuevo la torre de la iglesia.
Luego emprendimos el itinerario de las procesiones de Semana Santa. En la calle “Caño San Felipe” vimos la casa de mi Maestro Diego Fábrega, en la que ahora vive el Alcalde de Albox Francisco Torrecillas. Al bajar la calle Rosario recordé las carpinterías de Casimiro y Jacinto. Éste y su hermano tocaban el clarinete en la banda.
Llegados al coche subimos la calle Ramón y Cajal hasta la placeta del Barrio Alto. Bajamos por la calle “Mártires de Albox” y nos detuvimos un poco ante el número 13 para decir que allí nací yo. Luego en el número 7 porque era la casa de mis abuelos Diego y Resu. Salimos por la casa de Ignacio que ahora es una cuesta, y nos fuimos de Albox por la nueva carretera que llega a la autovía.
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