El Ayuntamiento de Almería nos ha anunciado con trompetería incluida que va a prohibir los circos con animales salvajes en su término municipal. ¡Bien! La unión de circos ya ha anunciado que si se llega a esa prohibición llevaran a los tribunales al ayuntamiento y a su alcalde, el de la confianza, Ramón Fernández. Están en su derecho. Unos prohíben, otros denuncian esa prohibición y que hable la justicia. Claro que de los señores jueces nos podemos esperar cualquier sentencia. Si el joven Ramón sigue adelante a la espera nos quedaremos. El tema será bien recibido por unos, están en su santo derecho de hacerlo, y criticado por otros a los que también les asiste el mismo derecho. Es lo normal cuando se está gobernando y toca decidir sobre una cuestión en la que la política ha entrado para quedarse y el personal está dividido. Pero ha sido Arranz con su viñeta el pasado sábado en La Voz, el que ha colocado al alcalde ante una contradicción, cuando no su hipocresía. La viñeta con la imagen de un toro en una plaza en la que se lee “si estuviera en el circo se me salvaría la vida”, pone contra las cuerdas una decisión tomada desde el cinismo o la imprudencia de la autoridad y la política sin consensuar con los sectores enfrentados. Prohíbo los circos con animales salvajes y apoyo las corridas de toros en el coso de la Avenida de Vílchez y con algún premio encima, como es un capote a la mejor faena de la feria. Una clara contradicción la que comete el ayuntamiento de Almería con su alcalde a la cabeza. Si mañana nos llega un circo con un número en el que se torea de alguna manera legal un morlaco, al que incluso no se sacrifica ¿qué va a hacer usted? Tiene razón el toro de Arranz, si estuviera en el circo se le salvaría la vida. Si lo hace en el circo con otros animales ¿por qué no hace lo mismo en la plaza con el toro, señor alcalde? Nos enfrentamos abiertamente con los propietarios de los circos y les prohibimos los animales en sus circos, pero no lo hacemos con el de la plaza de toros, donde se torea y se da muerte a un animal. No estoy en contra de las corridas, que conste, estoy en contra de las incongruencias e hipocresía de los políticos que nos gobiernan. Si derechos tienen los animales en los circos, los mismos habría que otorgar a los toros sobre los alberos de las plazas.
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