Lo que se repite con frecuencia deja de ser noticia, pero es bueno recordarlo, sobre todo cuando hace cuatro días la situación era bien diferente. Me estoy refiriendo al cambio en las relaciones entre Almería y la Junta de Andalucía desde la llegada de Juanma Moreno a la presidencia del Gobierno Andaluz y el Psoe comenzara a ser algo del pasado.
La Andalucía que viene, la que estamos poniendo en marcha, es una Andalucía capaz de dar valor a su periferia. Dar valor a provincias que, como Almería, se han sentido prácticamente ignoradas durante casi cuarenta años de gobiernos socialistas, a pesar de su enorme potencial. El ciclo ha cambiado y, por fin, Junta y Ayuntamiento miran en la misma dirección.
Una dirección que es de ida y vuelta, como prueban las dos reuniones que esta misma semana ha mantenido el alcalde, Ramón Fernández-Pacheco, en Sevilla con las consejeras de Cultura, Patricia del Pozo, y de Agricultura, Carmen Crespo, de las que ha vuelto cargado de buenas noticias, y la visita que ayer mismo realizaba la presidenta del Parlamento andaluz, Marta Bosquet, al Ayuntamiento de Almería y en la que se comprometió a ser “fiel colaboradora” de la ciudad.
Encuentros en los que se ha avanzado, por ejemplo, en la constitución de un Patronato que rija el futuro de nuestra Alcazaba o en el apoyo decidido a la OCAL, pero también en la implantación de una plataforma de innovación agroalimentaria en nuestra capital que exporte al mundo entero la tecnología y la innovación pioneras y punteras de nuestra tierra o en el impulso de la Capitalidad Gastronómica más allá de 2019.
Los almerienses empezamos a ver que puede haber proximidad, cercanía y capacidad resolutiva en el marco de una Junta que tradicionalmente ha escrito sus relaciones con nuestra tierra desde el olvido, desde la distancia y desde la indiferencia. Y eso es algo objetivamente bueno, no sólo para Almería, sino también para Andalucía.
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