La situación es muy complicada, extraordinariamente dura para miles de familias, y seguro que todos van a entender el porqué en unas pocas líneas.
Cuando el agua entró la pasada semana en los invernaderos de la zona de Níjar, arrastró todas las plantas que había en su interior. Sembrar esos cultivos supone una inversión de unos 30.000 euros por hectárea, pero no hablamos de un dinero que proceda de beneficios acumulados, sino de deuda por campaña que cada uno de esos agricultores contrae para hacer frente a un nuevo ejercicio.
Hay otros casos en los que, además de las plantaciones, el agua se llevó por delante todo el invernadero. Hablo de plástico, estructuras, sistemas de riego y todo aquello que hace posible el milagro de la agricultura intensiva. Para esos afectados severos la pérdida es mucho mayor, porque además de los 30.000 en plantas, tendrán que sumar unos 120.000 euros para la reconstrucción. La mayor parte de los invernaderos son nuevos, porque Níjar es una zona de cultivo en crecimiento y eso quiere decir que los costes de construcción se deben, se amortizan año a año con el beneficio obtenido en la campaña anterior. Por lo tanto hablamos de incrementar deuda.
Actualmente, y según las primeras referencias, tenemos unas 1.200 hectáreas afectadas, lo que significa que sólo de primera estimación directa hay pérdidas en cultivos de campaña superiores a los 36 millones de euros. Luego sumaremos, si quieren saber mas, lo que hay que reconstruir, los almacenes afectados y todo lo que se tenga que añadir, pero quedándonos solo con esa cifra de los 36 millones de euros que afectan a la columna vertebral del sector productivo, podemos hacer una aproximación a las consecuencia del día después. Hablamos de familias productoras, no de grandes empresas que mañana pueden ir al banco y ampliar sus lineas de crédito. Les hablo de pequeñas plantaciones a las que si nos les damos una solución inmediata no podrán poner en pie su modo de subsistencia.
Si ellos no se levantan no hay empleo, porque la mano de obra empieza en el campo. Si ellos no compran nuevas plantas a los semilleros, la industria auxiliar tendrá que determinar nuevas dimensiones. Si no hay producto que llevar a los almacenes, esas plantillas de 400 o 600 personas trajinando cajas y envases que poner en el mercado tampoco encontrarán en qué emplearse esta campaña.
Ahora sumemos el resto de daños, los invernaderos que literalmente han caído y todo lo demás que podamos imaginar, dejando si quieren a un lado los costes de recuperación de algunas infraestructuras públicas básicas que han sido sepultadas o inutilizadas por el lodo.
La foto del momento actual es desoladora.
Y aún así las cosas, y valiéndome de la ciega confianza que tengo en la sensibilidad demostrada por el Gobierno de España con lo ocurrido en la comarca, con el apoyo que seguro que tendremos del Gobierno de la Junta de Andalucía y del resto de administraciones, les aseguro que Níjar saldrá adelante.
En esta tierra, además de parque natural, clima extraordinario y suelo seco que en ocasiones juega estas malas pasadas, hay algo muy distinto a otros lugares. Existe un ADN especial en el ser nijareño que comporta un espíritu de sacrificio inusual cuando toca remontar.
Vamos a remontar y lo vamos a hacerlo juntos, poniendo todos de nuestra parte hasta que no nos quede aliento para seguir adelante. Y aún en esos momentos de agotamiento, esfuerzo extremo, la entrega que veremos en esas otras personas que trabajarán hombro con hombro junto a nosotros en la titánica tarea que nos llega por el horizonte, nos hará encontrar fuerzas aún cuando creamos que es imposible hallarlas.
Somos Níjar, una tierra que ha sido inmortalizada literariamente como un lugar inhóspito, de paisaje casi lunar, pero éste es ese lugar extremo que la gente ha sabido convertir en un vergel. La lluvia por muy fuerte que sea no va a llevarse por delante la agricultura 2.0 que hemos exportado a todo el mundo estos años. Nos levantaremos y lo haremos con mayor fuerza aún, y como alcaldesa de este municipio únicamente pido una cosa: Pido ayuda al Gobierno de España, a la Junta de Andalucía y a las entidades bancarias para que permitan reconstruir un modelo ejemplar, porque como garantía puedo poner por delante nuestra propia historia.
Con ello quiero decir que el resultado de ese apoyo será la acción más rentable que jamás hayan llevado a cabo, porque somos Níjar y aquí sabemos aprovechar las oportunidades como en ningún otro lugar.
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Esperanza Pérez Felices