José Ramón Martínez
22:03 • 18 oct. 2011
En su espléndida novela "Padre Patria", Vicente Carrión describe el universo cultural que rodea a un militante de Eta que ve como todo aquello en lo que creía se va derrumbando poco a poco. Y en la también espléndida novela "Hijos del árbol milenario" María Jesús Orbegozo recrea magníficamente el universo familiar y emocional en el que se fraguó la violencia, desde los comienzos de la guerra civil hasta el final de la dictadura.
Han pasado más treinta años y aunque todavía persiste en ciertos ámbitos ese imaginario de pueblo perseguido, la sociedad vasca ha experimentado cambios profundos. El discurso heroico, idealista y militarizado que llevó a cientos de jóvenes a matar en nombre del pueblo, tantas veces invocado en la retórica nacionalista, se ha ido difuminando por causas diversas, no siendo la menos importante, la valentía de algunos para enfrentarse al totalitarismo.
Con moderación
La tragedia vasca ha tenido que ver también con un desconocimiento del tiempo que viven las sociedades actuales, aunque la modernidad política se ha ido abriendo paso, ante el empuje de la globalización y las ideas que le acompañan. De ahí la esperanza de que se refuerce un discurso posheroico, más despolitizado, más libre y espontáneo, aburrido si cabe, pero donde la normalidad se hace dominante. Un discurso que no es tan apasionante, romántico y heroico como los otros, pero que sitúa a la sociedad en la cotidianidad más normalizada.
En este nuevo escenario, el frentismo identitario perdería peso, al igual que la confrontación por sistema con Madrid (España), a la que los nacionalismos se han visto abocados a veces por razones electorales. Ahora con el imperativo pragmático de entenderse, solo la tolerancia hacia las posiciones del "otro" hacen posible compaginar el derecho a seguir juntos, y el derecho de cada uno a reivindicar su propia identidad, como repite a menudo el Lehendakari Patxi López.
Transición abertzale
Los radicales-nacionalistas, o lo que es lo mismo, todo ese mundo que se ha desarrollado alrededor de ETA, han vuelto a la escena política con una parafernalia mediática, que hiere la sensibilidad de muchos, y aunque con retraso de décadas y vidas humanas, han debatido lo que denominan el final del ciclo de la violencia. Efectivamente, este es un paso decisivo para superar los odios ancestrales que el árbol milenario de los vascos lleva mucho tiempo cobijando.
Un nacionalismo cívico, secularizado y respetuoso con sus adversarios no es compatible con el nacionalismo esencialista y étnico. Se hace necesario aceptar con todas las consecuencias la pluralidad política, lingüística, cultural e identitaria en la Euskadi de hoy. El viejo concepto divisorio del "nosotros" y "todos los demás" tan abundante en la literatura política vasca donde la lengua, origen, o los apellidos han servido para marcar diferencias empezaría a tener menos sentido con el reconocimiento de una comunidad abierta.
Responsabilidades
Aunque hay escollos y reticencias, ETA porque sigue considerando su permanencia una garantía para evitar seudo salidas, y apura hasta el final el paso de su disolución, y unos medios nacionales necesitados de audiencia que magnifican las divergencias y son ya repetitivos en echar leña a cualquier fuego. Sin embargo hay una sociedad vasca que está cansada de tanta intransigencia y sectarismo y deseosa de acabar con esta historia de odios atávicos, y al final será muy vigilante y crítica con todos los actores, tanto gobierno como oposición.
En estas circunstancias, no se puede perder de vista que lo importante es avanzar, y para ello no es suficiente solo con la firmeza democrática, sino también con la inteligencia política. Este es un problema de Estado, donde se juega la convivencia, y resaltar en estos momentos las ansias justicieras y los odios, lo emocional y gestual, cuando las soluciones tienen que ser racionalizadas y serenas, es poner obstáculos a una evolución positiva. Ello no es óbice para que los demócratas reivindiquen un relato de la historia construido a base de la memoria de lo que h
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