Ojos que no quieren ver

En el film  ‘El Chico’, a pesar de ser un vagabundo sin recursos, Chaplin se hace cargo de un bebé abandonado. Es entrañable ver cómo le cuida, limpiándole, trapo en mano, sacándole brillo al chiquillo como si de una manzana se tratara. Nos da una lección de humanidad a tener en cuenta en este tiempo en que está tan presente la falta de empatía y el ¡sálvese quien pueda!

Y es que aquí, seguimos mirando para otro lado cuando ocurren situaciones intolerables. Sin ir más lejos, en la isla griega de Lesbos, se está produciendo un drama sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial, más de 12.000 refugiados mal sobreviven en una zona preparada para albergar tan solo a tres mil, ocurriendo incidentes con fallecimientos y heridos graves, temiéndose que se produzca una tensión incontrolable.

El ser humano no puede soportar estas atrocidades en pleno siglo XXI, requieren de nuestra acción como sociedad, al igual que con el cambio climático. Nuestra respuesta como País no puede estar condicionada por el reduccionismo, la falta de empatía y el egoísmo populista con el que tratan de intoxicarnos. Los políticos deben aclararnos sus planteamientos al respecto porque esto también hace patria y nos posiciona en el escenario internacional con identidad propia, y así decidir con nuestro voto el 10N qué tipo de patriotas queremos ser.

Además, dedicar una pequeñísima parte del presupuesto a la cooperación al desarrollo es insuficiente, hay que conseguir asfixiar las tiranías de los gobernantes para llenar de libertades los pueblos, pero se necesita valentía de nuestros gobiernos y capacidad de persuasión para que otros nos sigan. Este tipo de patria es con la que me identifico en el día de hoy, no con la de golpes de pecho pero insolidaria, ni con la que enfrenta a unos con otros. Como a Chaplin, no puede importarnos la procedencia de nadie para tratarles con humanidad, ni mirar para otro lado para no tener remordimientos.