Salgamos del bucle cuanto antes

Leo algunas cosas que se vienen publicando acerca del futuro de la Plaza Vieja y creo que si alguien se acercase a este asunto por primera vez, quizás podría pensar que el equipo de gobierno municipal está plagado de peligrosos dinamiteros que quieren hacer con el Pingurucho lo que ya en su día se hizo, no demasiado lejos de él, con el monumento al Sagrado Corazón. Y no. Nadie pretende volar, destrozar o herir los sentimientos de nadie, tal como ha sucedido tantas veces en la historia de España. 

Pero me temo que los medios han encontrado (en Almería y en todas partes) un formidable recurso informativo en las sensibilidades ofendidas, en los indignados de guardia y, en definitiva, en todos los que aprovechan el escaparate tecnológico actual para exhibir lo tenue de su piel. Y cabe preguntarse si la raíz de sus padecimientos está en su delicadeza ética o, simplemente, en la antipatía política que les despierta el signo de quienes han sido elegidos por los almerienses para la compleja tarea de gobernar nuestra querida y siempre difícil ciudad. Y con independencia de las preferencias y los colores, hay algo que parece fuera de debate: para dinamizar el Casco Antiguo hay que terminar de una vez con la rehabilitación del Ayuntamiento (algo que no parece interesar a los que ahora claman por la integridad histórica y artística del conjunto) y dar un impulso global a la desaprovechada zona con actuaciones que la llenen de actividad, de movimiento y de vida, tal como sucede en todas las plazas mayores.

Para ello se quiere cambiar el tipo de arbolado para sustituirlo por uno que permita apreciar mejor todo el conjunto de las casas consistoriales y el convento de Las Claras y llevar el Pingurucho a un lugar donde tenga mejor relación con el entorno. Nada más y nada menos. Reducir el tema a un rancio debate ideológico entre buenos y malos resulta tan desolador como improductivo. Cuanto antes salgamos de ese bucle, mejor para Almería.