Durante 37 años, el PSOE gobernó la Junta de Andalucía con aires y soleras de crianza cortijera. Señoritos convencidos de que su poder provenía no de la raigambre de las urnas, sino del tronco común de la heráldica del partido. Y ese sentimiento de propiedad de la institución fue creando un velo de flor en la bota del socialismo andaluz que les hizo llegar a creer a todos y a todas que, efectivamente, el cortijo era suyo. Y desde esa sensación de usufructo permanente, no consideraron siquiera la existencia de leyes, códigos y advertencias sobre la comisión de delitos. Por eso robaron y mintieron a la sociedad de la que salían y decían servir, sin encomendarse ni a más dios ni a más diablo que su cuenta de resultados y los intereses de su partido. Se creían, además, intocables.
La más reciente demostración de esto que digo la tenemos en la denuncia del nuevo gobierno andaluz acerca de que en la última década han desaparecido 1,8 millones de dosis de vacunas de la gripe del Sistema Andaluz de Salud. Tras comprobar que las cifras de vacunas compradas y suministradas a los usuarios no coinciden, ni siquiera sumando aquellas que se devuelven, y teniendo en cuenta que cada dosis de vacuna se vende de forma privada en unos 12 o 14 euros, se estima que las medicinas desaparecidas podrían alcanzar un valor de mercado de 27 millones de euros. Para disimular el presunto mangazo, la Junta del PSOE inflaba la cifra de andaluces vacunados y salía a decir lo imparable que iba todo. Hagan memoria y recuerden el habitual despliegue de informaciones cada otoño sobre el incremento de vacunados y el altísimo porcentaje de ciudadanos protegidos. Mentira. Otra más que se suma a la de las falsas listas de espera, porque estos no le dicen la verdad ni al médico. Eso sí, hay que reconocer que tienen suerte: la sentencia de los ERE que tiene vistos para sentencia a dos ex presidentes de la Junta, se ha retrasado -por cuarta vez- para no coincidir con unas elecciones. Ole ahí.
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