Colores

Es espectacular contemplar los flamencos que habitan en los humedales de Cabo de Gata. Maravillado de sus colores, gracias a los carotenoides de crustáceos, algas y bacterias presentes en su alimentación, envidio cómo se ven ellos mismos, pues distinguen más tonalidades. 

Esa percepción de colores se debe a la fisionomía ocular y a cómo percibe el cerebro señales nerviosas al captar longitudes de onda emitidas por cualquier objeto cuando es iluminado.

El empecinamiento de tanta gente y de un amplio espectro político en hacernos creer que entre el blanco y el negro no existe todo un abanico de colores, está provocando hastío social. Exaspera que todo sea conmigo o contra mí, que haya que escoger entre papá o mamá, entre izquierda o derecha, entre blanco o negro, entre creyente o ateo,…, porque eso lleva a situaciones vividas y desterradas en nuestro País no hace tanto.

Y es que España está llena de gente que no es de ningún partido sino de su familia, esa que tiene que levantar cada día, la misma gente que juega al fútbol con quien discrepa en un montón de cosas, pero con el se pone de acuerdo en cada partido para ganar al rival, esa gente que, para levantar su casa, la mayor de sus patrias, tiene que arriesgar mucho en su pequeño negocio que a su vez da para levantar otras ocho pequeñas grandes patrias llenas de matices, intereses y colores, que solo podrán salir adelante si se conforma de una vez un gobierno estable y progresista.

Claro que, para el ciego el color no significa nada, por eso tenemos tanto ciego político incendiario capaz de provocar unas terceras elecciones por tal de que no gobiernen otros. 

Y la cosa es muy sencilla, si no quieres que quienes pretenden romper las reglas de juego tengan algo que ver con el sostén del gobierno, solo hay que dejar gobernar a quien tiene la mayoría, lo demás es tiznar el lienzo para que no logremos captar bien las longitudes de onda que nos lleven a divisar lo fantástico que luce la diversidad de colores juntos.