La celebración del Día internacional contra la violencia de género ha tenido un sabor agridulce este año. Por un lado, la afluencia masiva a las manifestaciones demuestra que la sociedad está cada vez más concienciada contra la violencia machista y más cerca, por tanto, del día en que la erradicaremos. Por otra parte, el consenso que se había logrado en las instituciones públicas en materia de violencia de género se ha roto.
Este 25-N ha sido el primero en el que el Parlamento de Andalucía no ha realizado una declaración institucional contra la violencia de género, porque Vox se negó a firmar. Este año, la ultraderecha ha salido ufana a proclamar su machismo, con el silencio cómplice de PP y Cs.
La pregunta que me hago es qué le molesta exactamente a la ultraderecha de la lucha contra la violencia de género. ¿Cuál es el problema? ¿De qué tienen miedo? ¿De que las mujeres dejen de estar sometidas? ¿De que sean, de una vez por todas, libres?
Con todo, lo verdaderamente preocupante de lo ocurrido no ha sido el discurso rancio y misógino de la ultraderecha, sino que PP y Cs estén tragando con ese discurso por un puñado de sillones. Así lo ha demostrado el Gobierno andaluz, con hechos como la decisión de entregarle a Vox los listados de los profesionales andaluces que trabajan con víctimas de violencia de género, crear un teléfono para la mal llamada “violencia intrafamiliar” o eliminar de los presupuestos la partida destinada a las viviendas tuteladas para mujeres víctimas de violencia machista.
El problema no son las palabras, son los hechos. Y los hechos dicen que el gobierno de PP y CS sólo ha ejecutado el 24% de los fondos procedentes del Pacto de Estado contra la Violencia de Género, desviando, además, parte de ese dinero al pago de nóminas y sedes. De nada sirve que los cargos públicos de PP y Cs hayan declarado que están en contra de la violencia de género si luego, con sus hechos, demuestran lo contrario.
De nada vale que la consejera de Igualdad (Cs) diga que lamenta la negativa de Vox a suscribir una declaración institucional del Parlamento de Andalucía en el 25-N. Lo valiente sería que PP y Cs rompieran relaciones con un partido machista, que está poniendo en riesgo todo lo conseguido, pero no lo van a hacer porque de ellos dependen para seguir en el gobierno y aprobar los presupuestos cada año.
A la hora de la verdad, poco parecen contar las 1.027 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas desde el año 2003. Tristemente esto es lo que tenemos, aunque los demás seguiremos en la lucha, hasta que llegue ese día en que ninguna mujer tenga miedo.
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