Todos se equivocan menos él

Socialistas históricos como Nicolás Redondo, Rodríguez de la Borbolla, Paco Vázquez o Joaquín Leguina, así como intelectuales y representantes de la llamada sociedad civil, vienen avisando estos días acerca del “gravísimo error político” y la “irresponsabilidad” que supondría el pretendido Pacto del Abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, y la colaboración necesaria de toda la purria independentista y antisistema que pulula por el arco parlamentario. 

Este colectivo, formado por gente plural y consciente, ha publicado un documento que, bajo el nombre de “Carta a los españoles”, hace una llamada a los partidos constitucionalistas a buscar el medio de evitar la formación de un gobierno que acapararía todas las papeletas en el sorteo del desastre. Pero todos estos avisos parecen muy cómicos a la cohorte de sacerdotisas y sacerdotisos de la ortodoxia progre, que se despanzurran de risa diciendo que la caverna profetiza el fin del mundo y reclama el auxilio de los superhéroes el cómic, etcétera.

Un jolgorio, oyes. Pero no son sólo las viejas glorias de la Santa Transición las que activan las alarmas: el Gobierno Picapiedra de Pedro y Pablo también inquieta a los empresarios, que ante la previsible desaceleración económica insisten en pedir un gobierno que garantice la estabilidad política, la seguridad jurídica, el control del gasto público, el rigor presupuestario y menos impuestos. Lo propio de un gobierno en manos de radicales de izquierdas y antisistema, vamos. Y eso no es todo: según el último barómetro realizado por el diario ABC y la consultora GAD3, seis de cada diez españoles prefiere volver a las urnas antes que tener al gobierno en manos de podemitas, radicales, independentistas y toda esa patulea que antes le quitaba el sueño a Pedro Sánchez y que ahora le provoca un dulce arrullo que le hace dormir entre nubes de algodón, como cuando vuela en el Falcon. O a lo mejor es que todos estamos equivocados. Todos, menos él.