Aquí está el país salido de las aulas

Durante los últimos cuarenta años España ha hecho de la educación un campo de batalla ideológico, en donde no han faltado los experimentos, las ocurrencias, los gestos de cara a la galería y una contumaz tendencia al suicidio colectivo. Y el resultado lo estamos apreciando ahora en toda su sazón, cuando las dos últimas generaciones que españoles que sufrimos en carne propia los cambios de planes y leyes educativas hemos alcanzado una madurez plenamente desestructurada en cuanto nuestros niveles de formación y cultura. Los países salen de las aulas y el país que tenemos ahora es fiel resultado de ese disparate prolongado en el tiempo. Y si creían que la cosa podría mejorar ahora que volvemos a tener a otra generación de esas que dicen que son de las mejores preparadas de la historia, abróchense el cinturón porque vienen curvas.  Los resultados de PISA 2018 (la prueba de la OCDE que mide las competencias de los alumnos de 15 años en ciencias, matemáticas y comprensión lectora) muestran los peores resultados en ciencias desde que arrancó el test en el año 2000. Los datos los extraigo del diario El País, que no es precisamente sospechoso de alentar un relato pesimista en cuanto a los logros y alcances de los gobiernos socialistas, que son los que han dado forma al modelo educativo español durante más años. Los alumnos españoles tienen a su alcance mucha información, sí, pero manifiestan una alarmante incapacidad de comprender y procesar lo que leen, escuchan o miran. Y esto no es nuevo, porque todos estos informes confirman desde hace años lo que algunos hemos dicho desde hace tiempo: nos vamos al carajo entre soflamas de modernidad y progreso. Piensen que los bandarras que prometieron acatar la constitución haciendo apostolado de coros y danzas también fueron alumnos de ese sistema. Pero que no cunda el desánimo: ya llega a España la niña Marisol del ecoprogresismo y todos seremos más felices. Especialmente uno que yo me sé.