Momento de preguntar, ¿y ahora qué?

Julia Navarro
11:00 • 11 dic. 2019

Ya se están apagando los últimos ecos de la "cumbre" del clima que se ha venido celebrando en Madrid.


Los discursos, las manifestaciones, las fotos, los compromisos... Sí, todo esto se está diluyendo en el día a día de la cotidianidad de cada cual. Por tanto es el momento de preguntar en voz alta: ¿Y ahora qué?. En qué se va a traducir todo lo que se ha explicado y dicho en la cumbre. ¿Cuántas medidas va a poner en marcha nuestro próximo Gobierno para intentar paliar alguno de los efectos de la degradación del medio ambiente?


¿Servirán de algo tantas palabras dichas habida cuenta que Estados Unidos, Rusia y China no parecen tener ningún interés por el cambio climático?



Ya han hablado los líderes en la cumbre pero ahora deberíamos de abrir una reflexión colectiva en la que participen los ciudadanos de todas partes. Y esa reflexión tiene que partir de una evidencia: los logros de la nuestra civilización están sustentados en la utilización de energías contaminantes. Así ha sido desde el principio de los tiempos. El hombre contamina.


Por decirlo claramente: casi todo lo que hacemos, el cómo vivimos ha tenido y tiene un precio, que no es otro que el de la degradación de nuestro Planeta.



Esa es la primera realidad a la que nos debemos enfrentar: ¿a qué estamos dispuestos a renunciar?. Porque es evidente que los avances tecnológicos y científicos nos hacen la vida más fácil y cómoda pero resulta que eso ha venido implicando una degradación del medio ambiente y esa es una realidad a la que hay que enfrentarse ya.


Pondré un ejemplo, haciendo una pregunta que puede parecer una boutade: ¿Deben de desaparecer los aviones? Si somos sinceros debemos de admitir que los aviones son muy contaminantes. Pero ¿podríamos prescindir de ellos?.



Me parece a mi que la única respuesta es que debemos instar a nuestros gobiernos a que apuesten por energías menos contaminantes, a que se dedique dinero y esfuerzo en investigación en busca de esas energías más limpias.


Lo que no podemos es seguir engañándonos ni dejando que nos engañen. Desde luego todos tenemos la responsabilidad de contribuir a que no se degrade más el medio ambiente. Desde pequeños gestos como reciclar, a procurar mantener limpias las ciudades, a utilizar transporte público, etc.


Está muy bien que Madrid haya acogido la cumbre del clima y que importantes mandatarios hayan venido a hablar sobre el problema (casi todos lo han hecho en avión), que se hayan hecho fotos apareciendo como adalides contra el cambio climático, pero ahora hay que volver a la realidad y coger el toro por los cuernos. Necesitamos una respuesta urgente: ¿Qué piensan hacer los Gobiernos? Y es que sobre ellos recae la mayor responsabilidad.


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