La herencia

Adolfo Iglesias
23:41 • 11 dic. 2019 / actualizado a las 07:00 • 12 dic. 2019

Quien más quien menos ha sufrido lo que es una herencia. En la era de los eres, el impuesto al patrimonio heredado llegaba inoportuno para secarte los ahorros cuando aún no te habías secado las lágrimas por la muerte de tu madre. Recibir una herencia era un lastre inesperado por culpa de una mala y esclerotizada visión política. Además, la herencia puede dividir a una familia o romper para la eternidad la relación con el abuelo


Afortunadamente, una herencia no es siempre un problema. Todo lo contrario, podemos heredar soluciones a problemas de nuestras vidas. ¿Se imaginan que no heredaramos un lenguaje en común? Tendríamos que ponernos con una paciencia que no tenemos a acordar uno nuevo, cuando resulta que con el que ya tenemos apenas nos entendemos. Sería una tarea agotadora e imposible, pero afortunadamente ahí tenemos la cartilla con el tomate.  


Dentro de lo cultural, también tenemos una herencia política. Hemos heredado un país, una nación, llamada España y con ella su constitución. Hace pocos días hemos tenido fiesta por la Constitución de 1978. Es la fiesta menos festiva de cuantas disfrutamos. ¡Hoy no puede rivalizar un 6 de Diciembre, el día en la que nuestros padres y abuelos recuperaron la Democracia con una buena Noche de Halloween con sus Jokers, niños ensangrentados y trucos-tratos varios! Así de terrorífico. 



Nacer en un Estado democrático como España es una suerte, siendo un producto del azar. Lo saben bien quienes han sufrido una guerra, la antítesis del Estado. Pero además heredar de nuestros padres y abuelos una democracia y su constitución, es mucho más. No se trata de qué hacemos con la mecedora de la abuela o con la caja de música de la abuela. Podemos tirarlos a la basura, regalarlos o venderlos en Wallapop. Seguramente queremos algo nuevo y reluciente. Heredar algo como una nación, su democracia y su Constitución crea un vínculo moral, una obligación hacia nuestros antepasados. 


Aunque las leyes educativas obligan a enseñar la Constitución a nuestros menores, la Carta Magna no significa nada para ellos. Cualquier instituto de Almería, de Andalucía y de España tiene en sus pasillos más memes de ‘trending topic’ con lemas bailables como “el Estado opresor es el macho violador” que los artículos de nuestra ley suprema que consagra la igualdad de todas las personas ante la ley, la libertad de creencias y “nimiedades” semejantes.



Recuperar la verdad, la necesidad y el prestigio de la Constitución de 1978 entre los jóvenes en España es tan urgente como recuperar el clima en todo el planeta. Tenemos que dejar ambos como herencia a nuestros hijos.  


Si piensas que es papel mojado, amarillo y muerto, si repites porque lo has oído una y otra vez que hay que cambiarla, que incluso hay que suprimirla; si crees que es machista porque no habla de “españoles y españolas”; si eres antimonárquico, si eres milenial, youtuber e influencer...si crees que no va contigo recuerda esto:



Esta es la Constitución que votaron nuestros padres y abuelos. Y lo hicieron con alegría, emoción, responsabilidad y libertad. Pensando en nosotros, en ti, en tus hijos y nietos. Lo hicieron emocionados porque para la mayoría fue la primera vez que votaban de verdad y lo hacían por tu herencia.  Lo hicieron con ilusión  y yo lo vi con mis ojos.


No es verdad que fueran engañados, no lo fueron. No es verdad que fueran manipulados, no lo fueron. Ellos podían votar sí o no libremente. 


De igual forma, ya sin coñas sobre la pequeña hipersanta Greta, no podemos permitirnos dejarles a nuestros nietos como herencia un planeta condenado a muerte. No somos culpables, a lo mejor tampoco lo es el capitalismo, pero esforcémonos para dejarles a hijos y nietos la convivencia y la supervivencia,  una herencia que como la mecedora rota de la abuela no sea más un problema que una solución.


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