La represalia de Sánchez a los andaluces

Admito que tengo verdadera curiosidad por ver cómo van a defender o justificar los socialistas almerienses la última rabieta fiscal del gobierno en funciones del Dr. Sánchez. Y no, no es un interés morboso, sino un simple deseo escénico que se explica en esa frase que aprendimos todos de niños y que resume en tres palabras la espiral de excelencia que marca la trayectoria de los más capaces: “¡Más difícil todavía!”. 

Y es que no me digan que no puede ser asombroso escuchar y ver a la cúpula socialista local mostrando su respaldo a que el gobierno de Sánchez intervenga las cuentas de la actual Junta de Andalucía por los errores cometidos por el gobierno socialista presidido por Susana Díaz, y con su actual Ministra de Hacienda, Montero Chiqui, como consejera del ramo. Y es que solamente un trapecista consumado podría mandar a que la Ministra Montero se sancione a sí misma en su papel como consejera andaluza al haberse excedido unas décimas al señalar déficit de 2018. Y lo mejor de este circo de tres pistas en que el PSOE ha convertido la escena política nacional es que eso mismo que sanciona en Andalucía no lo sanciona en otras comunidades como Cataluña, en donde ahora imploran un acuerdo de gobierno aunque sea a costa de vender el rosario de todas las madres españolas. Hasta el payaso de las bofetadas sería capaz de entender que esto no sólo es una represalia a los andaluces por haberse atrevido a sacar de un urnazo a esa banda de ladrones que el PSOE instaló en la sala de máquinas de la Junta, sino que también es una nueva confirmación de que la factoría socialista se había convertido en el factor limitante del progreso de Andalucía. Incapaces de asumir que sin ellas y ellos las cosas van mejor, los socialistas se pasan por el forro el decoro y ponen palos en las ruedas de la Junta, para que no puedan bajarse impuestos y haya que hacer recortes. Y ahí es donde saldrán a decir lo mal que están las cosas desde que no están al mando. Al tiempo.